Alguien dijo, en alguna ocasión, que el cuerpo es la cárcel del espíritu. En esta novela, no solamente es la cárcel, sino aún peor: un féretro en vida.
Don Reyes, el cacique de la zona montañosa, ha sido, por muchos años; como lo fueron su padre y abuelo; un azote para sus vecinos. Un accidente cambia el orden de las cosas, lo que nadie en el pueblo osó intentar.
Pero no adelantemos acontecimientos.
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