“La primera reacción de los pequeños ante Luna subida al árbol —árbol del que no ha bajado nunca; nunca hasta el encuentro con los pequeños y sus pedradas— es adecuar su comportamiento e instinto a las directrices que marcan los mayores y señala el Libro: «Ante lo desconocido, atacad.» Y así derriban a Luna, ser extraño «sin marcas, ni escamas; con su piel tersa y blanca, tan desemejante a la de los pequeños. Se podría decir incluso que se trata de uno de los mayores, pero más encogido y nuevo». Luna, ser del todo ajeno que transportan sus ahora dueños hacia el pueblo, provoca la exigencia de una Asamblea durante la que consultar a los Reyes con el debido respeto; Asamblea que resulta fatídica, pues uno de los pequeños descubre la verdad; —y nada hay peor; pues la verdad es adictiva e invita a penetrar en la casa de los mayores y descubrir sus secretos—.”
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