Usted puede pensar que los godos no tienen nada que enseñarnos sobre la España actual, pero en este libro encontrará los motivos por los que casi perdemos todo el territorio a manos de los musulmanes. Hoy lo podemos perder a manos de los secesionistas. Traidores unos, traidores los otros.
Usted no debería ignorar que el sermón de un dominico español sirvió para asentar las bases de la civilización cristiana en América, reconociendo los derechos de los nativos.
Tampoco es bueno que desconozca la grandeza de un Imperio que tuvo como enemigos naturales a aquellos que hoy son, más o menos, vecinos con los que nos llevamos bien en Europa. Ni es conveniente que no tenga idea de la existencia de unas unidades de élite militar que harían palideces a los boinas verdes de EE.UU.
España es capaz de tener como una de sus glorias a un bastardo que llegó a ser obispo, virrey y beato.
Y si piensa que la Pepa es una gran constitución laicista y no la vecina del quinto, le convendrá leer que la misma decretaba la religión católica como la única verdadera.
Es probable que crea saberlo todo sobre la II República, creadora del primer campo de concentración en este país, pero además en este libro encontrará al partido de los cien años de honradez atentando contra la misma y teniendo como líder a un tipo con pistola al cinto cual cuatrero del Oeste. Verá igualmente los amores de monárquicos hacia el fascista Mussolini. Y se enterará, si no lo sabe ya, que las elecciones del 36 fueron una farsa.
La guerra civil de 1936-1939 también pasa por las páginas de esta obra, libre de mitos políticamente correctos.
Conocerá de primera mano la ayuda que recibieron los judíos, perseguidos por Hitler, a manos del régimen franquista.
Sabrá también que España fue un lastre para la carrera política del único católico que ha llegado a ser presidente norteamericano y que fue asesinado en Dallas.
Incluso puede que se entere de que un rey albanés se casó en Illescas.
Y si quiere bucear por la etapa de la Transición, con sus virtudes y defectos, y cómo cierto nacionalismo la ha enterrado por completo, este es también su libro.
Usted no debería ignorar que el sermón de un dominico español sirvió para asentar las bases de la civilización cristiana en América, reconociendo los derechos de los nativos.
Tampoco es bueno que desconozca la grandeza de un Imperio que tuvo como enemigos naturales a aquellos que hoy son, más o menos, vecinos con los que nos llevamos bien en Europa. Ni es conveniente que no tenga idea de la existencia de unas unidades de élite militar que harían palideces a los boinas verdes de EE.UU.
España es capaz de tener como una de sus glorias a un bastardo que llegó a ser obispo, virrey y beato.
Y si piensa que la Pepa es una gran constitución laicista y no la vecina del quinto, le convendrá leer que la misma decretaba la religión católica como la única verdadera.
Es probable que crea saberlo todo sobre la II República, creadora del primer campo de concentración en este país, pero además en este libro encontrará al partido de los cien años de honradez atentando contra la misma y teniendo como líder a un tipo con pistola al cinto cual cuatrero del Oeste. Verá igualmente los amores de monárquicos hacia el fascista Mussolini. Y se enterará, si no lo sabe ya, que las elecciones del 36 fueron una farsa.
La guerra civil de 1936-1939 también pasa por las páginas de esta obra, libre de mitos políticamente correctos.
Conocerá de primera mano la ayuda que recibieron los judíos, perseguidos por Hitler, a manos del régimen franquista.
Sabrá también que España fue un lastre para la carrera política del único católico que ha llegado a ser presidente norteamericano y que fue asesinado en Dallas.
Incluso puede que se entere de que un rey albanés se casó en Illescas.
Y si quiere bucear por la etapa de la Transición, con sus virtudes y defectos, y cómo cierto nacionalismo la ha enterrado por completo, este es también su libro.