Si la decisión de no leer es consecuencia directa de no saber leer, la escuela y el instituto serían los responsables del déficit lector actual. Por eso, el compromiso de las instituciones escolares debería cifrarse en el desarrollo de la competencia lectora de su alumnado, para que, cuando este desee leer, lo haga sin problema alguno. ¿Cómo se desarrolla esta competencia lectora? De un modo sencillo: desarrollando las habilidades y destrezas que están en la base de dicha competencia, es decir, aprendiendo a recordar, valorar, interpretar y organizar lo leído. El presente libro ofrece reflexiones y actividades sugerentes para que el desarrollo de dicha competencia sea eficaz, ordenado y riguroso.
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