Lepanto es no sólo una de las más grandes y decisivas batallas navales de la historia, sino la más importante en número de hombres y buques empleados desde la invención de la pólvora, con la única posible excepción del conjunto de combates en torno a Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial que han venido en llamarse “Batalla del golfo de Leyte”, por otra parte mucho menos decisiva en la historia mundial.
La batalla de Lepanto ha sido considerada en ocasiones como la Salamina de la Edad Moderna. Si los confederados griegos salvaron su independencia contra el imperio persa y con ella una aportación fundamental a lo que hoy entendemos por Europa, análogo resultado lograron España, Venecia y el Papado en su lucha contra el Imperio Otomano que ya había tomado Constantinopla y se había adentrado profundamente por los Balcanes hasta el corazón del continente.
Sin ese decisivo triunfo, Italia, y con ella Roma, y todo el Sur y Levante de España hubieran quedado expuestos a la expansión turca, con consecuencias fácilmente imaginables para la civilización occidental y para nuestro propio país.
La batalla de Lepanto ha sido considerada en ocasiones como la Salamina de la Edad Moderna. Si los confederados griegos salvaron su independencia contra el imperio persa y con ella una aportación fundamental a lo que hoy entendemos por Europa, análogo resultado lograron España, Venecia y el Papado en su lucha contra el Imperio Otomano que ya había tomado Constantinopla y se había adentrado profundamente por los Balcanes hasta el corazón del continente.
Sin ese decisivo triunfo, Italia, y con ella Roma, y todo el Sur y Levante de España hubieran quedado expuestos a la expansión turca, con consecuencias fácilmente imaginables para la civilización occidental y para nuestro propio país.