¿Les ha pasado alguna vez que les brota de muy adentro una fuerza extraña que es mucho más que uno mismo, para decir, para dar testimonio de una forma de mirar el mundo? ¿Y no pueden parar, y dan la vida por ello si es necesario?
Es mi testimonio de que estamos subiendo. Todos En una eterna espiral. Lenta, eterna. Pero subimos todos juntos. Con retrocesos, con caídas, con bajadas a valles sólo para poder subir a la cumbre que está en la otra montaña de allá enfrente. Porque somos muchísimas tribus, y todos estamos aprendiendo a subir.
Si tuviera que definir por qué pongo la abundancia del corazón a escribir este libro, lo haría con esta versión libre de “Fuerza extraña” de Caetano Veloso. Así de transparente.
Yo vi a un pibito corriendo, / yo vi al Tiempo
saltando y jugando carreras con ese pibito.
Yo puse mis pies en el río / y siento que allí los dejé.
El sol sigue hermoso en la calle que no caminé.
Yo vi a una mujer preparando otra persona,
y el tiempo no para, y disfruto de aquella pancita.
La vida es amiga del arte, / eso es lo que el sol me enseñó.
El sol, que ilumina esa calle que no caminó…
Por eso una fuerza me lleva a cantar, / por eso esa fuerza extraña.
Por eso es que canto, no puedo parar. / Por eso esa voz tamaña…
Cabeza canosa y querida, mi amigo el artista.
El tiempo no para, y sin duda que nunca envejece.
Conozco al que juega ese juego, jugar con la vida como es,
El sol es quien juega, es el tiempo, es la ruta y el pie.
Vi barras de gente peleando. Vi su alboroto.
Estuve en el fondo de cada intención encubierta.
Y tengo segura una cosa: no es bueno esconderse del sol.
El sol en la ruta, el sol en el alma... es el sol.
Por eso una fuerza me lleva a cantar, / por eso esa fuerza extraña.
Por eso es que canto, no puedo parar. / Por eso esa voz tamaña…
No me presento, porque este libro me presenta. Soy un ciudadano de este pequeño punto azul.
Gracias a tod@s l@s amig@s del alma que han colaborado con este libro a corazón abierto.
Ricardo Percovich
Es mi testimonio de que estamos subiendo. Todos En una eterna espiral. Lenta, eterna. Pero subimos todos juntos. Con retrocesos, con caídas, con bajadas a valles sólo para poder subir a la cumbre que está en la otra montaña de allá enfrente. Porque somos muchísimas tribus, y todos estamos aprendiendo a subir.
Si tuviera que definir por qué pongo la abundancia del corazón a escribir este libro, lo haría con esta versión libre de “Fuerza extraña” de Caetano Veloso. Así de transparente.
Yo vi a un pibito corriendo, / yo vi al Tiempo
saltando y jugando carreras con ese pibito.
Yo puse mis pies en el río / y siento que allí los dejé.
El sol sigue hermoso en la calle que no caminé.
Yo vi a una mujer preparando otra persona,
y el tiempo no para, y disfruto de aquella pancita.
La vida es amiga del arte, / eso es lo que el sol me enseñó.
El sol, que ilumina esa calle que no caminó…
Por eso una fuerza me lleva a cantar, / por eso esa fuerza extraña.
Por eso es que canto, no puedo parar. / Por eso esa voz tamaña…
Cabeza canosa y querida, mi amigo el artista.
El tiempo no para, y sin duda que nunca envejece.
Conozco al que juega ese juego, jugar con la vida como es,
El sol es quien juega, es el tiempo, es la ruta y el pie.
Vi barras de gente peleando. Vi su alboroto.
Estuve en el fondo de cada intención encubierta.
Y tengo segura una cosa: no es bueno esconderse del sol.
El sol en la ruta, el sol en el alma... es el sol.
Por eso una fuerza me lleva a cantar, / por eso esa fuerza extraña.
Por eso es que canto, no puedo parar. / Por eso esa voz tamaña…
No me presento, porque este libro me presenta. Soy un ciudadano de este pequeño punto azul.
Gracias a tod@s l@s amig@s del alma que han colaborado con este libro a corazón abierto.
Ricardo Percovich