A partir de mediados del siglo XX, Lima conoció un periodo de transformaciones sin precedentes. El rostro de la ciudad se modificó para siempre, en un país que vio su centro de gravedad desplazarse, como nunca antes lo había visto en su historia republicana, hacia la costa y su ciudad-capital. Las migraciones, por supuesto, pero también el agotamiento de un ciclo político, y un conjunto tan diverso como importante de cambios culturales y sociales engendraron una nueva experiencia urbana. Todos los limeños, los nuevos como los viejos, están desde entonces unidos por lo que los separa –el sentimiento inquebrantable de vivir en una sociedad muy compleja.
Para comprender estos cambios el libro propone enhebrar de manera conjunta varias historias, muchas veces contradictorias, y tejerlas en torno a la ruptura que significó la década 1985-1995.
Por un lado, invita a adentrarse, desde inicios del siglo pasado, en los avatares políticos del pueblo, en la fuerza de lo que fueron las jerarquías culturales y luego, progresivamente, en el doble colapso –económico y urbano– que afrontaron los limeños en los años ochenta. Por el otro lado, a partir de los noventa, comprender el vigor del proyecto reglamentador, la revolución en las sociabilidades y los desafíos cotidianos del individualismo. Son estos procesos los que permiten dar cuenta de lo que enfrentan, todos los días, tantos limeños en torno a la cultura chicha y los achorados, al racismo y la movilidad social, a los informales y la casa propia, a las reglas y sus transgresiones. Son ellos, sobre todo, los que diseñan el destino común de vivir en Lima hoy.
Para comprender estos cambios el libro propone enhebrar de manera conjunta varias historias, muchas veces contradictorias, y tejerlas en torno a la ruptura que significó la década 1985-1995.
Por un lado, invita a adentrarse, desde inicios del siglo pasado, en los avatares políticos del pueblo, en la fuerza de lo que fueron las jerarquías culturales y luego, progresivamente, en el doble colapso –económico y urbano– que afrontaron los limeños en los años ochenta. Por el otro lado, a partir de los noventa, comprender el vigor del proyecto reglamentador, la revolución en las sociabilidades y los desafíos cotidianos del individualismo. Son estos procesos los que permiten dar cuenta de lo que enfrentan, todos los días, tantos limeños en torno a la cultura chicha y los achorados, al racismo y la movilidad social, a los informales y la casa propia, a las reglas y sus transgresiones. Son ellos, sobre todo, los que diseñan el destino común de vivir en Lima hoy.