Una de las más bellas obras de la prosa española. Edición, prólogo y notas por el célebre crítico literario Juan Bautista Bergua.
Lope de Vega (1562-1635) publicó La Dorotea en 1632. Es una obra excepcional escrita en prosa dramática y autobiográfica. En cinco actos y basada en La Celestina, la obra inmortal de Fernando de Rojas, Lope rememora sobre sus amigos, sus rivales y sus dos enamoradas Marfisa y Dorotea, el amor de su vida.
Lo mucho de personal que hay en La Dorotea es lo que la hace doblemente interesante. Dorotea (Elena Osorio), una hermosa mujer, culta y coqueta, decide romper las relaciones amorosas con Don Fernando (Lope de Vega), un poeta joven, impulsivo y pobre, aunque fervientemente enamorado de ella. La madre de Dorotea, Teodora (Inés Osorio), influye en el matrimonio con el rico indiano Don Bela (Don Francisco Perrenot de Granvela).
El drama celestinesco es un conflicto de celosas emociones, pasiones y altercados entre estos personajes. En La Dorotea, el toque personal de Lope, su sabiduría literaria, y el calor de lo vivido dan al libro unas cualidades señeras que hacen de él una de las más bellas obras de la prosa española.
Lope de Vega (1562-1635) publicó La Dorotea en 1632. Es una obra excepcional escrita en prosa dramática y autobiográfica. En cinco actos y basada en La Celestina, la obra inmortal de Fernando de Rojas, Lope rememora sobre sus amigos, sus rivales y sus dos enamoradas Marfisa y Dorotea, el amor de su vida.
Lo mucho de personal que hay en La Dorotea es lo que la hace doblemente interesante. Dorotea (Elena Osorio), una hermosa mujer, culta y coqueta, decide romper las relaciones amorosas con Don Fernando (Lope de Vega), un poeta joven, impulsivo y pobre, aunque fervientemente enamorado de ella. La madre de Dorotea, Teodora (Inés Osorio), influye en el matrimonio con el rico indiano Don Bela (Don Francisco Perrenot de Granvela).
El drama celestinesco es un conflicto de celosas emociones, pasiones y altercados entre estos personajes. En La Dorotea, el toque personal de Lope, su sabiduría literaria, y el calor de lo vivido dan al libro unas cualidades señeras que hacen de él una de las más bellas obras de la prosa española.