Villadesierta era una ciudad tan pequeña e insignificante que no aparecía en los mapas, porque quienes dibujaban los mapas no sabían que existía. Estaba gobernada por Lord Tracinio, un hombre tan rico como avaro, que ocultaba su dinero para no gastarlo.
Lo peor de Lord Tracinio era que, además de no ser muy listo, se creía sabio. Sus guardias tampoco eran precisamente avispados. Y el resto de habitantes… En fin, una plaga de estupidez se había extendido por toda la ciudad y no parecía que hubiera forma de cambiar las cosas.
Pero un día, los enanos Gumi, Gossi, Gaudi y Gorbi se escaparon de las mazmorras donde Lord Tracinio les tenía encerrados, acusados de querer robar su oro. Desde aquel momento, la vida en Villadesierta iba a cambiar. Llegó Hensis, un nuevo capitán cuya misión sería buscar y capturar a los enanos. Era un hombre muy peligroso: un hombre con conocimientos, un hombre con iniciativa, un hombre que sabía cómo utilizar el cerebro… un hombre normal.
Lo peor de Lord Tracinio era que, además de no ser muy listo, se creía sabio. Sus guardias tampoco eran precisamente avispados. Y el resto de habitantes… En fin, una plaga de estupidez se había extendido por toda la ciudad y no parecía que hubiera forma de cambiar las cosas.
Pero un día, los enanos Gumi, Gossi, Gaudi y Gorbi se escaparon de las mazmorras donde Lord Tracinio les tenía encerrados, acusados de querer robar su oro. Desde aquel momento, la vida en Villadesierta iba a cambiar. Llegó Hensis, un nuevo capitán cuya misión sería buscar y capturar a los enanos. Era un hombre muy peligroso: un hombre con conocimientos, un hombre con iniciativa, un hombre que sabía cómo utilizar el cerebro… un hombre normal.