La detención y desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, entre el 26 y 27 de septiembre de 2014, cimbró al país y marcó el segundo semestre del año en México. Ante la presión nacional, pero sobre todo por la repercusión internacional del suceso, el gobierno federal se vio impelido a involucrarse para tratar de resolver el caso, pero su participación fue poco afortunada y contribuyó a deteriorar la imagen del presidente Enrique Peña Nieto y de su gabinete. El escándalo de la “casa blanca” presidencial y la revelación de que el secretario de Hacienda también adquirió en condiciones preferenciales una costosa vivienda a uno de los principales contratistas de obra del gobierno federal, junto con la cancelación, por instrucción del presidente, del fallo de la licitación del tren México–Querétaro que favoreció a dicho empresario, tampoco ayudaron a mejorar el enrarecido ambiente social en el país, generando una crisis política que se prevé afectará la contienda electoral de 2015. Una estrategia de seguridad que no parece dar frutos y que se encamina más a criminalizar a quienes presionan por un cambio y a quienes tienen conductas delictivas no graves, aparejada a un magro crecimiento económico, con salarios que cada vez ajustan para menos y que favorecen la emigración hacia Estados Unidos, completan el cuadro poco favorecedor que se pintó en México durante el cierre de 2014.
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