Tras hacerse con el liderazgo del Clan del Norte, las cosas no son nada sencillas para Jaren. Ganarse a aquellos que le ven como un humano y a quienes él mismo ha reconocido su antipatía le llevará mucho más de lo esperado. Centrado en mantener al clan lejos de los humanos, Jaren topa con Erik, convertido ya en un miembro de pleno derecho de la hermandad. Lo que no podía esperar de él es que este tuviera intención de arrastrarle a Esteona con un objetivo tan alocado como surrealista.
Su estancia en el castillo de la princesa Lesla le traerá a Jaren un sinfín de quebraderos de cabeza, de los que logra salir de forma inesperada. No obstante, su regreso al clan del norte es, si cabe, aún peor de lo que era y aunque el muchacho sabía que la aparición de los Absis, reclamando venganza por la muerte de Gainax, sería sólo cuestión de tiempo, Jaren se ve en la obligación de entrar de lleno en la guerra contra el otro clan licántropo.
De nuevo, la figura de Ripler se erige en fundamental para los objetivo de Jaren, unos objetivos que más allá del ataque Absis, venían marcados de lejos.
Su estancia en el castillo de la princesa Lesla le traerá a Jaren un sinfín de quebraderos de cabeza, de los que logra salir de forma inesperada. No obstante, su regreso al clan del norte es, si cabe, aún peor de lo que era y aunque el muchacho sabía que la aparición de los Absis, reclamando venganza por la muerte de Gainax, sería sólo cuestión de tiempo, Jaren se ve en la obligación de entrar de lleno en la guerra contra el otro clan licántropo.
De nuevo, la figura de Ripler se erige en fundamental para los objetivo de Jaren, unos objetivos que más allá del ataque Absis, venían marcados de lejos.