«Cuando nos concentramos en el Sol, que es el centro del universo, nos acercamos a nuestro propio centro, a nuestro Yo superior que es nuestro Sol, nos fusionamos con él y poco a poco llegamos a ser como él.
Pero concentrarse en el Sol es también aprender a movilizar todos nuestros pensamientos, todos nuestros deseos y todas nuestras energías para la realización del más alto ideal. El que trabaja para unificar la multitud de fuerzas caóticas que tiran de él en todos los sentidos con el fin de lanzarlas en una única dirección, una dirección luminosa y saludable, se convierte en un foco tan poderoso que es capaz de irradiar a través del espacio. Sí, el hombre que llega a controlar las tendencias de su naturaleza inferior puede beneficiar a toda la humanidad, y se vuelve como el Sol. Vive en una tal libertad que ensancha el campo de su consciencia a todo el género humano, al que envía toda la sobreabundancia de luz y de amor que brotan de él...
Es necesario que haya cada vez más en la Tierra seres capaces de consagrarse a este trabajo con el Sol, porque únicamente el amor y la luz transformarán a la humanidad».
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Pero concentrarse en el Sol es también aprender a movilizar todos nuestros pensamientos, todos nuestros deseos y todas nuestras energías para la realización del más alto ideal. El que trabaja para unificar la multitud de fuerzas caóticas que tiran de él en todos los sentidos con el fin de lanzarlas en una única dirección, una dirección luminosa y saludable, se convierte en un foco tan poderoso que es capaz de irradiar a través del espacio. Sí, el hombre que llega a controlar las tendencias de su naturaleza inferior puede beneficiar a toda la humanidad, y se vuelve como el Sol. Vive en una tal libertad que ensancha el campo de su consciencia a todo el género humano, al que envía toda la sobreabundancia de luz y de amor que brotan de él...
Es necesario que haya cada vez más en la Tierra seres capaces de consagrarse a este trabajo con el Sol, porque únicamente el amor y la luz transformarán a la humanidad».
Omraam Mikhaël Aïvanhov