Las jornadas de trabajo de las amas de casa parecen tener 48 horas. Si no, no se explica que puedan mantener a flote lo que se suele denominar «familia». Que si la colada, que si las compras, que si preparar la comida, que si ordenar la casa, que si pasar la fregona..., pero, eso sí, ¡siempre con buena cara! Capitán de una nave que parece siempre estar a punto de hundirse, el ama de casa debe además ser «una mujer de nuestro tiempo». Esto es: aparentar juventud, mantener una lucha constante y despiada contra los kilos, estar depilada, sonriente y al tanto de las últimas tendencias. ¡Y todo esto sin recibir un sueldo y muchas veces ni siquiera el agradecimiento de la familia! Cuando una no puede ya no tormarse un baño sin tener remordimientos de conciencia, es que la cosa se está poniendo muy, pero muy mal. Luego, te encuentras con una amiga y tienes que ponerle buena cara cuando te dice: «Tú no trabajas, ¿verdad?»
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