Desde el año 828, fecha en la que el médico árabe Rhazés distinguió por primera vez la viruela del resto de las enfermedades exantemáticas, hasta 1796 en el que Edward Jenner describe su vacuna, la viruela tuvo una mortalidad aterradora. Esta enfermedad, endémica en Europa y Asia, donde no respetó ninguna clase social, fue llevada por los conquistadores europeos a América, donde produjo la muerte de una elevadísima tasa de su población indígena. En 1803, el rey Carlos IV de España ordenó que se organizara la Expedición Filantrópica de la Vacuna destinada a llevar este método de prevención a aquellas tierras. La expedición fue encomendada a un grupo de cirujanos, enfermeros y niños portadores de la vacuna. Esta novela narra las peripecias y penalidades que corrieron todos a lo largo de su recorrido y la excelencia de su trabajo. Es un homenaje a los niños anónimos que trasmitieron la vacuna que portaban en sus brazos, a los miembros de la Expedición, algunos de los cuales dieron su vida durante el ejercicio de su trabajo en circunstancias dramáticas.
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