En la polémica sobre el posible matrimonio de los sacerdotes católicos, nadie tiene en cuenta a quienes, en empatía silenciosa, sufren las consecuencias del cerril celibato eclesiástico. Éstos son los hijos de la Iglesia, más bien de algunos de sus representantes; los que no han podido mantener una ejemplar y divina castidad impuesta, por la sencilla razón de que son humanos.
En los últimos años, muchos son los que se cuestionan el ejercicio del sacerdocio, como renuncia a ser padres por partida doble. Inmersos en una doctrina que predica el amor, ellos están impedidos de practicarlo de forma personal, con esposas e hijos, impartiéndolo desde la frialdad de un púlpito, como una cantinela memorizada de algo desconocido.
La castración mental no es física, por lo que, bajo cada sotana, late un organismo que reclama algo mucho más natural que mil leyes en un papel. La atracción de los sexos es más fuerte que los votos, más firme que las promesas y un mandato más divino que el celibato. "Creced y multiplicados", fue la orden del Señor. No tuvo en cuenta que llegaría el día en que les sería prohibido a sus más allegados.
En los últimos años, muchos son los que se cuestionan el ejercicio del sacerdocio, como renuncia a ser padres por partida doble. Inmersos en una doctrina que predica el amor, ellos están impedidos de practicarlo de forma personal, con esposas e hijos, impartiéndolo desde la frialdad de un púlpito, como una cantinela memorizada de algo desconocido.
La castración mental no es física, por lo que, bajo cada sotana, late un organismo que reclama algo mucho más natural que mil leyes en un papel. La atracción de los sexos es más fuerte que los votos, más firme que las promesas y un mandato más divino que el celibato. "Creced y multiplicados", fue la orden del Señor. No tuvo en cuenta que llegaría el día en que les sería prohibido a sus más allegados.