El lector se encontrará en este libro electrónico una visión exhaustiva y rigurosa de cómo va evolucionando la viticultura y la enología en España a través de las críticas que Carlos Delgado publicó en 2013 en El Viajero, la revista de viajes de El País. Con un enfoque muy variado, Delgado, periodista de amplísima trayectoria en el mundo de los vinos, es capaz de explicar los detalles del oficio de una manera que une claridad, sutileza y apasionamiento.
A la hora de seleccionar los vinos, tiene en cuenta no sólo las añadas nuevas de las bodegas más conocidas, sino también la aparición de nuevas bodegas y marcas. Su criterio se basa en dar importancia a las bodegas nuevas siempre que sus vinos tengan una calidad media/alta, y destacar, de las bodegas consagradas, aquellas que buscan la mejor expresión del terruño y del viñedo. También, cómo no, están los enólogos, las nuevas estrellas del firmamento gastronómico. Y las tendencias, condensadas actualmente, sobre todo, en los vinos que expresan el territorio, vin du terroir (vinos del terruño), y los vinos de viña, algo aún más restringido y sutil (tal vez un bodeguero que elabora 3.000 o 4.000 botellas en busca de la personalidad, ese atributo tan difícil que es el que más se valora ahora en un vino).
Viña, variedad y elaborador es la tríada que Carlos Delgado tiene en cuenta como factor determinante en la personalidad de un vino, ya sea en un majuelo familiar o en una gran extensión. Y lo que aprendemos en las críticas de Delgado, además de los nombres, es que la personalidad no es algo que te venga dado, sino que hay que ganársela. Un reto tan difícil como estimulante.
Carlos Delgado busca y consigue que nos entusiasmemos con el vino, que hagamos de él una parte del rito del buen vivir mediterráneo, una expresión cultural que conjuga mil matices.
Andrés Fernández Rubio
A la hora de seleccionar los vinos, tiene en cuenta no sólo las añadas nuevas de las bodegas más conocidas, sino también la aparición de nuevas bodegas y marcas. Su criterio se basa en dar importancia a las bodegas nuevas siempre que sus vinos tengan una calidad media/alta, y destacar, de las bodegas consagradas, aquellas que buscan la mejor expresión del terruño y del viñedo. También, cómo no, están los enólogos, las nuevas estrellas del firmamento gastronómico. Y las tendencias, condensadas actualmente, sobre todo, en los vinos que expresan el territorio, vin du terroir (vinos del terruño), y los vinos de viña, algo aún más restringido y sutil (tal vez un bodeguero que elabora 3.000 o 4.000 botellas en busca de la personalidad, ese atributo tan difícil que es el que más se valora ahora en un vino).
Viña, variedad y elaborador es la tríada que Carlos Delgado tiene en cuenta como factor determinante en la personalidad de un vino, ya sea en un majuelo familiar o en una gran extensión. Y lo que aprendemos en las críticas de Delgado, además de los nombres, es que la personalidad no es algo que te venga dado, sino que hay que ganársela. Un reto tan difícil como estimulante.
Carlos Delgado busca y consigue que nos entusiasmemos con el vino, que hagamos de él una parte del rito del buen vivir mediterráneo, una expresión cultural que conjuga mil matices.
Andrés Fernández Rubio