Trieste sufre el azote de la bora nera, un gélido viento del noreste que sepulta la ciudad bajo un grueso manto de nieve. El clima es perfectamente acorde con el estado de ánimo del comisario Laurenti, a quien su mujer acaba de abandonar afirmando que necesita tiempo y tranquilidad para reflexionar sobre sí misma. Para distraerse, Laurenti se vuelca en el trabajo... y, desde luego, no le faltará. Una casa vuela por los aires, y la policía recibe el aviso de un cruento asesinato en el Carso que, probablemente, guarde relación con una banda de contrabandistas que adquiere su mercancía en alta mar, en plena noche. ¿Es posible que también estén saldándose de forma sangrienta viejas cuentas pendientes de la posguerra? Un caso espinoso para el comisario Laurenti, italiano del sur a quien resulta difícil comprender lo que encierra este avispero de eslovenos, croatas e italianos, de fervientes nacionalistas y viejos comunistas.
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