Andrés, estudiante de Económicas, inteligente y brillante en sus estudios, verá truncada su carrera por la presencia de una mujer, Gloria, hija de una aristocrática familia sevillana. Ella se siente despechada porque aquel muchacho orgulloso es como si no la hubiese visto en todo el tiempo que llevan juntos en la misma clase. Pero no es verdad. Andrés, en las noches de insomnio sueña con cinturas cimbreantes, con pechos que rebosan sobre la escueta camisa, con piernas largas y torneadas. Y va cayendo lentamente. Años más tarde le diría a la hija pequeña de su hermana, que era como una mariposa revoloteando en torno a una lámpara: al final, termina quemándose las alas.
Juntos vivieron apasionantes historias, subidas y caídas, viajes apasionantes a regiones lejanas.
Todo esto lo está recordando Andrés, en una habitación infesta, cuando el brillo de la muerte está presente ya en sus ojos. Aún suela el agua de la cisterna que arrastra por el sumidero restos de una triste fotografía de boda, igual que la vida del muchacho se va escapando lentamente.
La historia, completamente inventada, se desarrolla en la década de los ochenta, en una ciudad como Sevilla y en una familia aristocrática venida a menos, pero en la que algunos de sus miembros comienzan a salir a flote gracias a negocios turbios e inconfesables. Sexo, política, religión, nepotismo, la corrupción de siempre se mezclan nuevamente, como en tiempos pasados, dando la sensación de que ha cambiado todo para que nadie cambie. Andrés será la primera víctima, pero no la única, pues es tan fuerte la vorágine que pocos podrán escapar de ella.
Algunos sucesos y algunas situaciones puedan parecer tomados de la realidad, pero es algo ajeno a mi intención, aunque qué duda cabe que historias como esta eran frecuentes por aquellos años, los de la década de los ochenta.
Juntos vivieron apasionantes historias, subidas y caídas, viajes apasionantes a regiones lejanas.
Todo esto lo está recordando Andrés, en una habitación infesta, cuando el brillo de la muerte está presente ya en sus ojos. Aún suela el agua de la cisterna que arrastra por el sumidero restos de una triste fotografía de boda, igual que la vida del muchacho se va escapando lentamente.
La historia, completamente inventada, se desarrolla en la década de los ochenta, en una ciudad como Sevilla y en una familia aristocrática venida a menos, pero en la que algunos de sus miembros comienzan a salir a flote gracias a negocios turbios e inconfesables. Sexo, política, religión, nepotismo, la corrupción de siempre se mezclan nuevamente, como en tiempos pasados, dando la sensación de que ha cambiado todo para que nadie cambie. Andrés será la primera víctima, pero no la única, pues es tan fuerte la vorágine que pocos podrán escapar de ella.
Algunos sucesos y algunas situaciones puedan parecer tomados de la realidad, pero es algo ajeno a mi intención, aunque qué duda cabe que historias como esta eran frecuentes por aquellos años, los de la década de los ochenta.