«Personalmente, pensaba que el encuentro no me aportaría gran cosa, pero no fue así. Cuando él apareció en la salita donde nos encontramos y, después de las presentaciones, nos miramos a los ojos, me di cuenta de lo mal que lo estaba pasando. Creo que estaba como avergonzado... Estuvimos hablando y preguntándonos durante casi tres horas. No quiero entrar en detalles, pero lo que más me impresionó durante la conversación fue lo que repetía una y otra vez; tenía la autoestima por los suelos, no veía nada bueno en él y decía: “Todo en mí es malo”, “No hay nada bueno en mí”. Le dije que eso no era cierto: “Si lo fuera, no estaríamos aquí ninguno de los dos”. Y añadí: “Creo que has sido muy valiente en reconocer todo el daño causado, has sabido comprender que todo lo que hiciste en el pasado fue un gravísimo error y has pedido perdón por ello; pero, lo más importante, has recuperado tu libertad y el derecho a ser un ciudadano”. Las personas que hemos colaborado en los encuentros restaurativos, tanto los victimarios como las víctimas, lo hemos hecho de forma voluntaria. Nadie nos lo ha impuesto. Sin embargo, entiendo, sobre todo desde el mundo de las víctimas, la crítica, que a veces ha sido desproporcionada, hacia las personas que hemos decidido participar. Así como nosotros respetamos su decisión, su postura de no querer participar, me gustaría pedir que también nuestra opción sea respetada; nosotros no nos sentimos mejores ni peores, simplemente actuamos según nuestra forma de pensar» (Tomado del PRÓLOGO, de MAIXABEL LASA). Han colaborado en el presente volumen: Alberto José Olalde Altarejos; Francisca Lozano Espina; Esther Pascual Rodríguez; José Luis Segovia Bernabé; Julián Carlos Ríos Martín; Eduardo Santos Itoiz; José Castilla Jiménez; Luis María Carrasco Asenguinolaza; Xabier Etxebarria Zarrabeitia.
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