«Una familia disparatada, una peripecia esotérica, un relato cargado de humor y una serena fábula moral. Se lee sin parar y deja un gusto ácido y tierno».
Eduardo Mendoza
Hermógenes Arbusto, asesor fiscal y exitoso hombre de todo tipo de negocios, ve un día entrar a la muerte en su despacho, y, reaccionando con celeridad, logra esquivar el golpe de la guadaña, se abalanza hacia la puerta, sale a toda prisa y cierra con doble llave, dejando encerrada a la parca. Al poco y mientras repone ánimos en la plaza Mayor de Madrid, llega a un pacto fáustico con el diablo, el distinguido Forcas (con permiso de viaje a la Tierra), a quien vende su alma a fin de librarse, al menos temporalmente, de volver a encontrarse con la Fría Dama. Entre tanto, Tomás Beovide, poeta y profesor de Literatura en el Instituto de Enseñanza Secundaria Juan García Hortelano, corrige exámenes, se lamenta por el abandono de su novia, se duele feliz por el descalabrado encuentro de amor con Maribel Arbusto y se consuela oyendo con goce las sufridas canciones de amor de su admirada Julie London.
Y no seguimos contando porque todo lo que sigue es puro disparate, un inverosímil narrativo donde un sinsentido alocado y pertinaz construye su propia lógica hasta sacar de quicio cualquier expectativa o argumento razonable.
Eduardo Mendoza
Hermógenes Arbusto, asesor fiscal y exitoso hombre de todo tipo de negocios, ve un día entrar a la muerte en su despacho, y, reaccionando con celeridad, logra esquivar el golpe de la guadaña, se abalanza hacia la puerta, sale a toda prisa y cierra con doble llave, dejando encerrada a la parca. Al poco y mientras repone ánimos en la plaza Mayor de Madrid, llega a un pacto fáustico con el diablo, el distinguido Forcas (con permiso de viaje a la Tierra), a quien vende su alma a fin de librarse, al menos temporalmente, de volver a encontrarse con la Fría Dama. Entre tanto, Tomás Beovide, poeta y profesor de Literatura en el Instituto de Enseñanza Secundaria Juan García Hortelano, corrige exámenes, se lamenta por el abandono de su novia, se duele feliz por el descalabrado encuentro de amor con Maribel Arbusto y se consuela oyendo con goce las sufridas canciones de amor de su admirada Julie London.
Y no seguimos contando porque todo lo que sigue es puro disparate, un inverosímil narrativo donde un sinsentido alocado y pertinaz construye su propia lógica hasta sacar de quicio cualquier expectativa o argumento razonable.