Si se nos dijera que existe un país terrible donde los pobres de otros lares que quieren alcanzar sus orillas son ofendidos, golpeados, humillados, violados, estafados y asesinados, no se nos ocurriría jamás que fuera el nuestro, el hospitalario México. Y sin embargo es así: un flujo imparable de migrantes busca asilo y nuevas oportunidades en nuestra tierra, o simplemente intenta cruzar una de nuestras temibles fronteras para alcanzar la otra, y arriesga la vida en ello. Hace años que se dan estas ofensas contra los extranjeros pobres. A partir de agosto de 2010, cuando se encontraron a 72 migrantes masacrados en un rancho de Tamaulipas, ya nadie podrá dudarlo.
A pesar de los infames crímenes sabemos que los migrantes seguirán llegando, seguirán filtrándose en un número cada vez mayor por los matorrales de la frontera sur o por los laberintos de una ciudad que los absorbe y los vuelve invisibles. Sobre esta epopeya desconocida nos habla Víctor Núñez Jaime con una cantidad apabullante de datos, con información contundente, pero sobretodo con una visión compasiva y amable de estos nuevos mexicanos venidos de China, Haití, Irak, el Congo o Guatemala, que han escogido hacerse un lugar entre nosotros, los mexicanos viejos. Son historias formidables, peliculescas, increíbles, y, en estos tiempos oscuros, esperanzadoras también. Pero son, sobre todo, historias que nos pertenecen, aunque llevemos tantos años negándolo.
A pesar de los infames crímenes sabemos que los migrantes seguirán llegando, seguirán filtrándose en un número cada vez mayor por los matorrales de la frontera sur o por los laberintos de una ciudad que los absorbe y los vuelve invisibles. Sobre esta epopeya desconocida nos habla Víctor Núñez Jaime con una cantidad apabullante de datos, con información contundente, pero sobretodo con una visión compasiva y amable de estos nuevos mexicanos venidos de China, Haití, Irak, el Congo o Guatemala, que han escogido hacerse un lugar entre nosotros, los mexicanos viejos. Son historias formidables, peliculescas, increíbles, y, en estos tiempos oscuros, esperanzadoras también. Pero son, sobre todo, historias que nos pertenecen, aunque llevemos tantos años negándolo.