La motivación despierta un interés universal. Los padres quieren motivar a sus hijos, los docentes a sus alumnos, los jefes a los subordinados, las empresas a sus clientes, los políticos a los votantes… También queremos motivarnos a nosotros mismos; cuando nos sentimos aburridos, cansados, desesperanzados, y desearíamos poder lanzar un grito de ayuda: ¡Por favor, que alguien me motive! Incluso este breve texto no pretende nada más que motivarle a leer el libro. ¿Cómo lograrlo? He ahí la cuestión fundamental.
En este libro no pretendemos convertir a nadie en psicólogo experto en comportamiento, sino en prácticos de la motivación, en personas capaces de detectar las manipulaciones emocionales, y también expertas en animar y estimular a los demás y, por supuesto, a sí mismas. No nos cabe duda de que es nuestra competencia más deseable.
Allá vamos… Si hemos conseguido motivarles, adelante.