Cuando me encuentro con gente que se siente afortunada, a la que la Suerte le ha sonreído en alguna ocasión, o en varias, suelen coincidir en una cosa: que la Suerte no ha llegado por casualidad.
La suerte requiere de constancia, ilusión y trabajo para que se concilie con nosotros: es decir, hemos de poner mucho de nuestra parte en la aventura de atraerla.
Podemos identificar la SUERTE como un golpe de fortuna que nos alcanza una vez en la vida, y malgastar todo nuestro tiempo en esa espera, en la mayoría de los casos de manera infructuosa.
Tendemos a pensar en nuestra MALA ESTRELLA cuando asistimos atónitos a noticias que nos hablan de afortunados a los que tocó la lotería, encontraron petróleo debajo de sus granjas o tuvieron un hijo superdotado que les ha hecho millonarios. Son casos excepcionales.
Sin embargo, no nos cercioramos de nuestra BUENA ESTRELLA cuando vemos o leemos noticias trágicas. Pareciera que eso no nos puede suceder. Y las probabilidades de que, por casualidad, nos suceda algo realmente bueno son las mismas de las que nos suceda algo realmente malo… ESCASÍSIMAS.
Por lo tanto empecemos a pensar en la suerte como algo que podemos controlar, como un camino que podemos recorrer y encontrar una meta. Para ello es preciso atender a una serie de reglas, que yo he denominado SECRETOS, aunque en realidad están cargados de sentido común.
Recorramos juntos este camino.
La suerte requiere de constancia, ilusión y trabajo para que se concilie con nosotros: es decir, hemos de poner mucho de nuestra parte en la aventura de atraerla.
Podemos identificar la SUERTE como un golpe de fortuna que nos alcanza una vez en la vida, y malgastar todo nuestro tiempo en esa espera, en la mayoría de los casos de manera infructuosa.
Tendemos a pensar en nuestra MALA ESTRELLA cuando asistimos atónitos a noticias que nos hablan de afortunados a los que tocó la lotería, encontraron petróleo debajo de sus granjas o tuvieron un hijo superdotado que les ha hecho millonarios. Son casos excepcionales.
Sin embargo, no nos cercioramos de nuestra BUENA ESTRELLA cuando vemos o leemos noticias trágicas. Pareciera que eso no nos puede suceder. Y las probabilidades de que, por casualidad, nos suceda algo realmente bueno son las mismas de las que nos suceda algo realmente malo… ESCASÍSIMAS.
Por lo tanto empecemos a pensar en la suerte como algo que podemos controlar, como un camino que podemos recorrer y encontrar una meta. Para ello es preciso atender a una serie de reglas, que yo he denominado SECRETOS, aunque en realidad están cargados de sentido común.
Recorramos juntos este camino.