Algunos podrían suponer difícil que un dirigente religioso abrace la idea de comprometerse en un debate irrestricto con un académico no comprometido religiosamente que no comparte sus creencias, y más difícil aún puesto que el intercambio se graba y pasará a las manos de sus propios seguidores. Del mismo modo, ¿no podría el sociólogo de la religión sentirse incómodo al discutir asuntos religiosos sustantivos de maneras que puedan, a veces, llevar a juicios directos de valor? Estas consideraciones no nos arredraron. La idea de emprender el diálogo provino de Ikeda, y desde el principio su intención fue que la relación de estas conversaciones llegara no sólo a los miembros de Soka Gakkai, sino también al público en general. Este enfoque da testimonio por sí mismo de la amplitud de la posición budista. Para Wilson, el reconocimiento de la importancia de las cuestiones lo persuadió de que hay veces en que las percepciones sociológicas pueden ser usadas correcta y apropiadamente para determinar la propia posición acerca de diversas preocupaciones humanas. Evidentemente, cualquiera sea la diferencia entre nuestros valores —y algunas diferencias emergen en lo que sigue— compartimos el valor del compromiso con el libre intercambio intelectual. El espíritu de ese valor está encarnado en nuestro diálogo.
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