Los viajes por España de Henry Swinburne nos ofrecen una
visión de conjunto del estado de la sociedad española de la
segunda mitad del siglo XVIII, un tanto sesgada pero sin la
complacencia propia del que desea agradar a los demás o del que
quiere defender lo propio. Su mayor originalidad radica en su
reivindicación de un arte y un patrimonio, el árabe, generalmente
desconocido en el resto de Europa y no adecuadamente apreciado y
conservado en la Europa de entonces.
Los aspectos más originales de la obra están relacionados con la
descripción de las dos principales obras arquitectónicas de la época
árabe: la Alhambra de Granada y la mezquita de Córdoba, su retrato
de algunos personajes ilustres de la época, la inclusión de un diario
que relata la reciente expedición militar española a Argel, o el
minucioso retrato que hace para el público inglés de algunas
costumbres tan autóctonas como las corridas de toros. Sus páginas
dejan entrever un cierto orientalismo y un gusto por lo exótico que
habría de desencadenar con el tiempo una verdadera fiebre del
romanticismo entre los viajeros europeos y norteamericanos por venir
a conocer el país. En el plano político se trataba de acabar para
siempre con el despotismo y la decadencia de una larga etapa de la
historia del país que había tenido un pésimo reflejo en las
costumbres, la sociedad, el arte o la literatura.
Esta obra trata de ir llenando algunas de las lagunas existentes hasta
la fecha en el perfil biográfico e ideológico de Henry Swinburne, y
de estudiar algunas de sus principales influencias. Si con ello
conseguimos paliar un cierto desconocimiento en el que, por
avatares diversos, se ha visto sumida la obra y la figura de Henry
Swinburne, al tiempo que se desvelan algunas otras claves sobre la
realidad hispano-británica del siglo XVIII, nos daremos por
enteramente satisfechos.
visión de conjunto del estado de la sociedad española de la
segunda mitad del siglo XVIII, un tanto sesgada pero sin la
complacencia propia del que desea agradar a los demás o del que
quiere defender lo propio. Su mayor originalidad radica en su
reivindicación de un arte y un patrimonio, el árabe, generalmente
desconocido en el resto de Europa y no adecuadamente apreciado y
conservado en la Europa de entonces.
Los aspectos más originales de la obra están relacionados con la
descripción de las dos principales obras arquitectónicas de la época
árabe: la Alhambra de Granada y la mezquita de Córdoba, su retrato
de algunos personajes ilustres de la época, la inclusión de un diario
que relata la reciente expedición militar española a Argel, o el
minucioso retrato que hace para el público inglés de algunas
costumbres tan autóctonas como las corridas de toros. Sus páginas
dejan entrever un cierto orientalismo y un gusto por lo exótico que
habría de desencadenar con el tiempo una verdadera fiebre del
romanticismo entre los viajeros europeos y norteamericanos por venir
a conocer el país. En el plano político se trataba de acabar para
siempre con el despotismo y la decadencia de una larga etapa de la
historia del país que había tenido un pésimo reflejo en las
costumbres, la sociedad, el arte o la literatura.
Esta obra trata de ir llenando algunas de las lagunas existentes hasta
la fecha en el perfil biográfico e ideológico de Henry Swinburne, y
de estudiar algunas de sus principales influencias. Si con ello
conseguimos paliar un cierto desconocimiento en el que, por
avatares diversos, se ha visto sumida la obra y la figura de Henry
Swinburne, al tiempo que se desvelan algunas otras claves sobre la
realidad hispano-británica del siglo XVIII, nos daremos por
enteramente satisfechos.