Me llamo Mary Paige. Mi piel es tan blanca como la de una muñeca de porcelana, pero no soy tan frágil. Mis ojos son verdes como esmeraldas. Brillan como farolillos a la luz de la luna. Mi cabello es tan negro como el plumaje de los cuervos. Cae, en suaves ondas, justo hasta la altura de mis hombros. Algunos llaman a mi nariz “botón.” Algunos dicen que es “mona.” Tengo el cuerpo de una gimnasta, pequeño y esbelto y gracioso. Ojalá llegara a medir metro cincuenta. Todos son más altos que yo. Fui convertida en Vivicanti de Sangre cuando tenía diecisiete años.
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