El chico de Taung constituyó un importante descubrimiento arqueológico, realizado en 1924.
Nacido en el sur de África hace uno o dos millones de años, el chico murió a los cinco o seis años y sus huesos fueron a dar a una cueva.
La acumulación de basura protegió el cráneo contra la destrucción natural que producen animales, insectos y el suelo ácido.
Gradualmente, los carbonatos transportados en el agua reemplazaron las porciones orgánicas de los huesos, convirtiéndolos en fósiles.
En 1924, los restos fueron hallados por unos trabajadores que excavaban en una cantera de caliza. Se trataba del cerebro.
El profesor Dart había pedido ver los restos fósiles y llegó a la conclusión de que no se trataba de un babuino; el molde del cerebro era demasiado grande para ser de babuino y el diente canino no tenía forma de colmillo.
Dart creyó que era un ancestro temprano del hombre, que había sido bípedo, y lo llamó Australopithecus africanus o mono del sur de África y anunció su descubrimiento en la revista científica Nature.
Pero los antropólogos descalificaron al muchacho de Taung como una clase rara de chimpancé.
En realidad, el hallazgo, con su pequeño cerebro, su frente baja y sus mandíbulas pequeñas y bajas, era inconveniente para las ideas de la época. Para las ideas de la época, el hombre primitivo debía tener un gran cerebro y mandíbulas simiescas con grandes dientes.
Pero doce años después del descubrimiento de Dart, un físico y paleontólogo escocés, Robert Broom, encontró un cráneo adulto de la misma clase que el chico de Taung.
También estaba encajado en un mineral, en una cantera de caliza en Sterkfontein, a unos 50 kilómetros al oeste de Johanesburgo.
Estos restos y otros encontrados más tarde por el mismo Broom, no dejaron lugar a dudas: el Australopithecus africanus era bípedo y no era un mono.
El chico de Taung no fue la primera evidencia fósil de restos humanos. En la segunda mitad del siglo XIX y en los primeros años del XX ya se habían encontrado algunos pocos restos: el hombre de Neandertal en Alemania y Francia, Cro-Magnon en Francia, el hombre de Java en las Indias Holandesas.
Todos tenían un cerebro relativamente grande y todos pertenecían al género Homo. Pero el Australopithecus era mucho más primitivo.
Fue la primera evidencia en África para los primeros homínidos (“homínido” se refiere a la familia del hombre, Hominidae, incluyendo sus antepasados más antiguos).
Hoy en día, África es reconocida como la verdadera cuna de la raza humana.
Nacido en el sur de África hace uno o dos millones de años, el chico murió a los cinco o seis años y sus huesos fueron a dar a una cueva.
La acumulación de basura protegió el cráneo contra la destrucción natural que producen animales, insectos y el suelo ácido.
Gradualmente, los carbonatos transportados en el agua reemplazaron las porciones orgánicas de los huesos, convirtiéndolos en fósiles.
En 1924, los restos fueron hallados por unos trabajadores que excavaban en una cantera de caliza. Se trataba del cerebro.
El profesor Dart había pedido ver los restos fósiles y llegó a la conclusión de que no se trataba de un babuino; el molde del cerebro era demasiado grande para ser de babuino y el diente canino no tenía forma de colmillo.
Dart creyó que era un ancestro temprano del hombre, que había sido bípedo, y lo llamó Australopithecus africanus o mono del sur de África y anunció su descubrimiento en la revista científica Nature.
Pero los antropólogos descalificaron al muchacho de Taung como una clase rara de chimpancé.
En realidad, el hallazgo, con su pequeño cerebro, su frente baja y sus mandíbulas pequeñas y bajas, era inconveniente para las ideas de la época. Para las ideas de la época, el hombre primitivo debía tener un gran cerebro y mandíbulas simiescas con grandes dientes.
Pero doce años después del descubrimiento de Dart, un físico y paleontólogo escocés, Robert Broom, encontró un cráneo adulto de la misma clase que el chico de Taung.
También estaba encajado en un mineral, en una cantera de caliza en Sterkfontein, a unos 50 kilómetros al oeste de Johanesburgo.
Estos restos y otros encontrados más tarde por el mismo Broom, no dejaron lugar a dudas: el Australopithecus africanus era bípedo y no era un mono.
El chico de Taung no fue la primera evidencia fósil de restos humanos. En la segunda mitad del siglo XIX y en los primeros años del XX ya se habían encontrado algunos pocos restos: el hombre de Neandertal en Alemania y Francia, Cro-Magnon en Francia, el hombre de Java en las Indias Holandesas.
Todos tenían un cerebro relativamente grande y todos pertenecían al género Homo. Pero el Australopithecus era mucho más primitivo.
Fue la primera evidencia en África para los primeros homínidos (“homínido” se refiere a la familia del hombre, Hominidae, incluyendo sus antepasados más antiguos).
Hoy en día, África es reconocida como la verdadera cuna de la raza humana.