En la presentación de las normas del entierro y del luto, la halajá demuestra una singular preocupación por la dignidad del fallecido y más aún por el estado emocional de los enlutados. El corazón del sobreviviente está adolorido y su alma se encuentra afligida. El dolor por la pérdida sufrida es muy real y profundo. La halajá reconoce que la muerte produce el trauma y, por lo tanto, guía al doliente con ternura, comprensión y compasión. La halajá le otorga una dimensión espiritual al período de luto induciendo al doliente que reflexione sobre el sentido de la existencia humana, y lo estimula a que se supere y mejore la calidad moral de su vida.
El duelo tiene una significación adicional porque el enlutado es inspirado a observar su futuro con una orientación religiosa más significativa. Más aún, es menester recordar que el luto no se desenvuelve en un vacío. El componente comunitario con el cual está asociado produce un estímulo religioso para el doliente. La presencia de amigos en los rezos que se realizan en el hogar del difunto, la provisión de comida al enlutado, el estudio de la Torá después de los servicios religiosos, todo ello contribuye que el doliente resuelva volcarse más hacia el jésed, la misericordia, y la preocupación por otros. Compasión, sensibilidad, dignidad, generosidad son los agregados de una inspirada halajá que convierte al duelo en un período de una profunda riqueza espiritual.
El duelo tiene una significación adicional porque el enlutado es inspirado a observar su futuro con una orientación religiosa más significativa. Más aún, es menester recordar que el luto no se desenvuelve en un vacío. El componente comunitario con el cual está asociado produce un estímulo religioso para el doliente. La presencia de amigos en los rezos que se realizan en el hogar del difunto, la provisión de comida al enlutado, el estudio de la Torá después de los servicios religiosos, todo ello contribuye que el doliente resuelva volcarse más hacia el jésed, la misericordia, y la preocupación por otros. Compasión, sensibilidad, dignidad, generosidad son los agregados de una inspirada halajá que convierte al duelo en un período de una profunda riqueza espiritual.