La física es una impostura. Oscila, como la realidad, y entretenidos con sus espejismos, nos hemos creído dioses. Ya no hay milagros, todo es ciencia, incluso la historia, que bendice a los tiranos cuando ganan y expulsa de las enciclopedias a los perdedores. Dios no necesita morir, o no precisa que ningún genio humano le mate, porque ese dios es un invento, otra máquina de la física. El auténtico, cuyo nombre desconocemos, se forma con los juegos de palabras que contienen estos relatos.
(Silencio… Reflexión).
Espacio.
¡Es broma!
M es lo que sucede o puede suceder, lo que se piensa y se sueña. Soy yo, eres tú, si quieres serlo y no te parece demasiado peligroso. A M le pasa lo que a muchos otros: que necesita mirarse dos veces en el espejo antes de salir de casa. La primera vez, es él. La segunda, también. Pero ha tenido que comprobarlo…
El espejo, que multiplica el horror, y también la belleza, nos lee y en él leemos lo que otros ven.
Guste o no. Eso da lo mismo.
(Silencio… Reflexión).
Espacio.
¡Es broma!
M es lo que sucede o puede suceder, lo que se piensa y se sueña. Soy yo, eres tú, si quieres serlo y no te parece demasiado peligroso. A M le pasa lo que a muchos otros: que necesita mirarse dos veces en el espejo antes de salir de casa. La primera vez, es él. La segunda, también. Pero ha tenido que comprobarlo…
El espejo, que multiplica el horror, y también la belleza, nos lee y en él leemos lo que otros ven.
Guste o no. Eso da lo mismo.