La isla de Madeira es como un jardín flotante con vegetación tropical y mediterránea enclavado en pleno Océano Atlántico. Se encuentra a casi mil kilómetros de Lisboa y unos 400 al norte de las islas Canarias y forma parte de un archipiélago de origen volcánico. La línea costera se caracteriza por abruptos acantilados que se precipitan al mar, en los que surgen terrazas expuestas al sol donde crecen flores tropicales y viñedos. El interior está surcado por altas montañas y profundos valles, entre cuyas laderas crecen algunos de los últimos reductos de bosques de laurisilva que quedan en Europa, declarados Patrimonio de la Humanidad. Además de la isla de Madeira, también forman parte del archipiélago la isla de Porto Santo, con las mejores playas de la región. El archipiélago de Madeira ha sobrepasado ya los 270.000 habitantes, que aprovechan los recursos: la gran belleza de su entorno, un clima suave y una gastronomía envidiable. Los visitantes, por su parte, se acogen a todos estos beneficios, en una mezcla perfecta de turismo convencional y viajeros que buscan contacto directo con la naturaleza.
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