María Vela Zanetti es una perfecta desconocida en el mundo literario, y tal como ella espera, lo seguirá siendo tras la publicación de estas páginas. Su más persistente deseo es permanecer a la sombra de su luminosa vida privada, monótona pero llena de satisfacciones. Una de ellas es leer, otra son sus perros. Así, este incalificable libro, que es el primero en prosa después de once en poesía y un intenso trabajo como periodista especializada, no es más que el reflejo de sus placenteras lecturas, sus animados coloquios con los amigos y la diaria observación del espíritu perruno: alegre e indolente, pero tenaz en sus amores. El campo, donde vive y ha vivido largas temporadas, es otra de sus prisiones favoritas, porque como ella dice, «el campo no sabe quién eres». ¿Misantropía? ¿Humor negro? Tal vez, porque su rara fantasía la sitúa entre los pocos escritores fumistas que ha dado este grave país.
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