No, no vamos a contar la historia de manual de perdedores.
Solo Sasturain puede.
Para contar una historia de los días de la dictadura y hacerlo con una
voz que no es explícita y que no falsea nada, la realidad solicita
desencanto. Y para salvar la experiencia narrativa y el talento de Juan
Sasturain, que se atreve a tirar, como una colilla, una desesperada
ironía.
Etchenike en acción. El personaje tiene el encanto maduro de los
antihéroes de Chandler y de Hammett. Tiene más un sesgo porteño que deja
oír en cada una de las réplicas una larga tradición de perdedores con el
oro de la última palabra en el puño o en la lengua. Los acontecimientos
se precipitan, como suele decir. En Sasturain ni la lucha ni la acción
terminan, pero nos reservamos el derecho de decir el subrayado es
nuestro. Si el lector es sin duda el que más gana, sacándole a estas
historias tan cercanas lustre y placer.
Cada una de las escenas, cada una de las respuestas, cada uno de los
gestos de Etchenike en este «Manual de perdedores» son cosas que se
atesoran en la memoria para ese instante -raro y feliz, uno de los
consuelos de lectura- en el que estamos a la altura de nuestros héroes.
Solo Sasturain puede.
Para contar una historia de los días de la dictadura y hacerlo con una
voz que no es explícita y que no falsea nada, la realidad solicita
desencanto. Y para salvar la experiencia narrativa y el talento de Juan
Sasturain, que se atreve a tirar, como una colilla, una desesperada
ironía.
Etchenike en acción. El personaje tiene el encanto maduro de los
antihéroes de Chandler y de Hammett. Tiene más un sesgo porteño que deja
oír en cada una de las réplicas una larga tradición de perdedores con el
oro de la última palabra en el puño o en la lengua. Los acontecimientos
se precipitan, como suele decir. En Sasturain ni la lucha ni la acción
terminan, pero nos reservamos el derecho de decir el subrayado es
nuestro. Si el lector es sin duda el que más gana, sacándole a estas
historias tan cercanas lustre y placer.
Cada una de las escenas, cada una de las respuestas, cada uno de los
gestos de Etchenike en este «Manual de perdedores» son cosas que se
atesoran en la memoria para ese instante -raro y feliz, uno de los
consuelos de lectura- en el que estamos a la altura de nuestros héroes.