En el siglo V después de Cristo, vándalos y alanos luchan contra las últimas tropas romanas por el control de la Hispania romana. Los comandantes romanos tienen que vigilar tanto a sus enemigos bárbaros como a sus propios camaradas, prestos a traicionarles por el oro o la púrpura.
Genserico, rey de los vándalos y los alanos, se hace con el control de una flota y se traslada con su pueblo a las provincias africanas, en las que luchará en los años siguientes contra las tropas romanas de Occidente y Oriente.
El Imperio romano de Occidente, sacudido por las guerras civiles y las invasiones germanas y hunas, resiste como puede a las naves de Genserico que se convierte en el dueño del Mar Mediterráneo.
Los romanos lucharán desesperadamente por el control de su Mare Nostrum, sabiendo que el destino del Imperio se juega en las olas que mecen los cuerpos sin vida de los marinos, dispersos entre los restos de sus naves destrozadas.
Genserico, rey de los vándalos y los alanos, se hace con el control de una flota y se traslada con su pueblo a las provincias africanas, en las que luchará en los años siguientes contra las tropas romanas de Occidente y Oriente.
El Imperio romano de Occidente, sacudido por las guerras civiles y las invasiones germanas y hunas, resiste como puede a las naves de Genserico que se convierte en el dueño del Mar Mediterráneo.
Los romanos lucharán desesperadamente por el control de su Mare Nostrum, sabiendo que el destino del Imperio se juega en las olas que mecen los cuerpos sin vida de los marinos, dispersos entre los restos de sus naves destrozadas.