¿Alguna vez has pensado en la inmortalidad del alma? ¿En cómo sería si pudieras recordar tus vidas anteriores? ¿Si, además, ningún detalle escapara a tu memoria?
¿No llegaría un punto en que todo lo sabríamos? Y llegado ese punto, ¿no sería certero suponer que ya nada nos interesaría, que careceríamos ya de expectativa y de esperanza y nos rendiríamos a nuestro destino? ¿Qué podría disuadirnos de despertarnos entonces?
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