El aspecto exterior de un envase es la primera sensación que transmite dicho producto, asociándolo a tendencias, grupos, costumbres, pero es también un
soporte que refleja tecnología y desarrollo, y mucho más…
El envase es una especie de lubricante esencial para el desarrollo económico y la calidad de vida; que posibilita que los productos alcancen lugares geográficos distantes o en condiciones climáticas adversas, permitiendo su almacenaje, distribución y consumo. El consumidor actual apenas conoce la complejidad de las cuestiones que rodean a los envases: temas de producción, escasez de materias primas, permisos de importación, incremento de los costes, problemas de depreciación y de robo, problemas laborales o sindicales, políticas restrictivas o de ajustes de precios, problemas fiscales, aduaneros o sanitarios, problemas con transportistas, estibadores o proveedores, etc.
Todo este mundo de dificultades no se percibe en el interior de las tiendas o los supermercados porque hay otro, tal vez más grande, lleno de ingenio y trabajo enfocado a resolverlos; un mundo dedicado al servicio del consumidor para que cuando este llegue al mercado, tan solo alargando el brazo tenga acceso a cualquier producto y satisfaga así cualquier necesidad de consumo. El envase es el puente entre el fabricante y el consumidor final, y como tal
debe ser capaz de transmitir el concepto de marca, su vocación y su personalidad, al tiempo que debe hacerlo con un lenguaje actual y comprensible.
El envase informa al consumidor de todo lo que este debe saber; qué tipo de producto se le ofrece, cuáles son sus cualidades, su contenido, peso, precio, capacidad y el modo de uso. Es decir, todo aquello que el consumidor le preguntaría al fabricante, si pudiera hablar directamente con él.
Pero el envase es mucho más: le da al consumidor pistas para conocer las preferencias de la marca por la política de reciclabilidad a través de pictogramas normalizados, o la inclusión de inscripciones a favor de proyectos sociales o patrocinios culturales y deportivos, que hablan positivamente en favor de aquélla y su alineamiento con la RSC de la compañía.
Además de transmitir y comunicar los rasgos distintivos de la marca o imagen de empresa a través de las tipografías, colores y logos, los envases se adaptan al programa de identidad corporativa de la empresa, dando coherencia y unidad a los múltiples mensajes que la empresa emite al exterior.
soporte que refleja tecnología y desarrollo, y mucho más…
El envase es una especie de lubricante esencial para el desarrollo económico y la calidad de vida; que posibilita que los productos alcancen lugares geográficos distantes o en condiciones climáticas adversas, permitiendo su almacenaje, distribución y consumo. El consumidor actual apenas conoce la complejidad de las cuestiones que rodean a los envases: temas de producción, escasez de materias primas, permisos de importación, incremento de los costes, problemas de depreciación y de robo, problemas laborales o sindicales, políticas restrictivas o de ajustes de precios, problemas fiscales, aduaneros o sanitarios, problemas con transportistas, estibadores o proveedores, etc.
Todo este mundo de dificultades no se percibe en el interior de las tiendas o los supermercados porque hay otro, tal vez más grande, lleno de ingenio y trabajo enfocado a resolverlos; un mundo dedicado al servicio del consumidor para que cuando este llegue al mercado, tan solo alargando el brazo tenga acceso a cualquier producto y satisfaga así cualquier necesidad de consumo. El envase es el puente entre el fabricante y el consumidor final, y como tal
debe ser capaz de transmitir el concepto de marca, su vocación y su personalidad, al tiempo que debe hacerlo con un lenguaje actual y comprensible.
El envase informa al consumidor de todo lo que este debe saber; qué tipo de producto se le ofrece, cuáles son sus cualidades, su contenido, peso, precio, capacidad y el modo de uso. Es decir, todo aquello que el consumidor le preguntaría al fabricante, si pudiera hablar directamente con él.
Pero el envase es mucho más: le da al consumidor pistas para conocer las preferencias de la marca por la política de reciclabilidad a través de pictogramas normalizados, o la inclusión de inscripciones a favor de proyectos sociales o patrocinios culturales y deportivos, que hablan positivamente en favor de aquélla y su alineamiento con la RSC de la compañía.
Además de transmitir y comunicar los rasgos distintivos de la marca o imagen de empresa a través de las tipografías, colores y logos, los envases se adaptan al programa de identidad corporativa de la empresa, dando coherencia y unidad a los múltiples mensajes que la empresa emite al exterior.