Este libro consta de dos partes. En la primera se analiza la evolución pictórica e ideológica de Maruja Mallo, y en la segunda se comenta un escrito suyo acerca del horror de la represión impuesta en Galicia por los militares monárquicos sublevados.
Ana María Gómez González Mallo firmó su pintura y su escritura como Maruja
Mallo. Nacida en 1902, pertenece a la llamada generación del 27, y estuvo integrada en el grupo poético del mismo nombre, desde que se unió sentimentalmente a Rafael Alberti en 1925, cuando la pintora expuso por primera vez su obra y el poeta obtuvo el premio Nacional de Literatura.
Maruja formó parte de la conocida como escuela de Vallecas, iniciada en 1927 por el escultor Alberto Sánchez y el pintor Juan Manuel Díaz Caneja. En 1935 se unió sentimentalmente al poeta Miguel Hernández, y juntos cultivaron la amistad con Pablo Neruda, cónsul de Chile en Madrid. Todos los citados estuvieron afiliados al Partido Comunista, de España o de Chile, por lo que la ideología de Maruja quedó bien definida, aunque no hay constancia de que ella ingresara en el PCE.
Sus temas inspiradores fueron las verbenas populares primero y las cloacas y los excrementos después, para dedicarse en 1936 a representar el mundo del trabajo. En julio estaba veraneando en Vigo, cuando se produjo la sublevación de los militares monárquicos. Dada su ideología, tuvo que esconderse en casa de unos tíos, para evitar ser detenida, y en enero de 1937 logró escapar a Lisboa, en donde embarcó para Buenos Aires.
Allí escribió lo que había oído contar mientras permaneció oculta en Vigo, y envió el escrito, junto con unas reproducciones de óleos suyos, al diario barcelonés La Vanguardia. Apareció en cuatro entregas en agosto de 1938, bajo el título “Relato veraz de la realidad de Galicia”.
La finalidad de este libro de Arturo del Villar consiste en resaltar el compromiso
social de la pintora, inspirador de su obra plástica, culminado en la escritura de ese relato sobre unos acontecimientos trágicos en la historia de España. Un tema que los comentaristas de Maruja Mallo no valoran en toda su importancia, pese a ser capital en su vida y su obra.
Ana María Gómez González Mallo firmó su pintura y su escritura como Maruja
Mallo. Nacida en 1902, pertenece a la llamada generación del 27, y estuvo integrada en el grupo poético del mismo nombre, desde que se unió sentimentalmente a Rafael Alberti en 1925, cuando la pintora expuso por primera vez su obra y el poeta obtuvo el premio Nacional de Literatura.
Maruja formó parte de la conocida como escuela de Vallecas, iniciada en 1927 por el escultor Alberto Sánchez y el pintor Juan Manuel Díaz Caneja. En 1935 se unió sentimentalmente al poeta Miguel Hernández, y juntos cultivaron la amistad con Pablo Neruda, cónsul de Chile en Madrid. Todos los citados estuvieron afiliados al Partido Comunista, de España o de Chile, por lo que la ideología de Maruja quedó bien definida, aunque no hay constancia de que ella ingresara en el PCE.
Sus temas inspiradores fueron las verbenas populares primero y las cloacas y los excrementos después, para dedicarse en 1936 a representar el mundo del trabajo. En julio estaba veraneando en Vigo, cuando se produjo la sublevación de los militares monárquicos. Dada su ideología, tuvo que esconderse en casa de unos tíos, para evitar ser detenida, y en enero de 1937 logró escapar a Lisboa, en donde embarcó para Buenos Aires.
Allí escribió lo que había oído contar mientras permaneció oculta en Vigo, y envió el escrito, junto con unas reproducciones de óleos suyos, al diario barcelonés La Vanguardia. Apareció en cuatro entregas en agosto de 1938, bajo el título “Relato veraz de la realidad de Galicia”.
La finalidad de este libro de Arturo del Villar consiste en resaltar el compromiso
social de la pintora, inspirador de su obra plástica, culminado en la escritura de ese relato sobre unos acontecimientos trágicos en la historia de España. Un tema que los comentaristas de Maruja Mallo no valoran en toda su importancia, pese a ser capital en su vida y su obra.