Sergio estaba esperando que el paso de los días lo acercase más a un baile de disfraces al que asistiría en Carnaval. Aguardó con ilusión a que llegase la fecha y, llegado el momento, acudió al baile, enfundado en su traje y con la máscara de un impoluto blanco con decoraciones negras y granates cubriéndole parte del rostro, dispuesto a vivir la noche lo máximo posible.
Lo último que él hubiese podido imaginar es que, aquella noche que tanto había esperado, le traería algo más que diversión.
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