No deja de resultar curioso que quienes con más fuerza critican aquella transición española del franquismo a la democracia, habiten en los extremos ideológicos de la derecha y de la izquierda. Claro que se cometieron errores: se caminaba a ciegas por territorios inexplorados, pero aquella Constitución que vio la luz apenas tres años después de la muerte del dictador, todo un récord, ha traído –con sus sombras y sus luces- el periodo más libre y provechoso que ha vivido España en siglos.
Para ver la salida de aquel túnel, cientos, miles de políticos aportaron su grano de arena con mayor o menor generosidad o éxito. Son suficientemente conocidos los nombres de Juan Carlos I, de Suárez, de Carrillo, de González, de Fraga… Pero hubo otras figuras que desde un segundo plano realizaron un trabajo clave para dar cuerpo a la argamasa final: Gutiérrez Mellado, Tarancón, Fuentes Quintana o Fernández Ordóñez son los nombres que hemos seleccionado en esta breve y selectiva memoria, conscientes de la injusticia de no citar a otros muchos. Pero no olvidemos que finalmente fueron los millones de españoles quienes pusieron el esfuerzo, la ilusión y el trabajo para conseguir aquello que parecía un sueño: vivir en libertad. Duele aún más el desprecio de la izquierda extrema hacia aquel periodo cuando no valoran que cerca de 600 personas dieron su vida durante esos duros años por alcanzar la libertad.
Ninguno de estos apocalípticos profetas quiere entender que ni las urnas ni la calle acompañaron entonces a quienes apostaban por la revolución. Se impuso la reforma porque así la votaron los españoles, expresión libre del pueblo, y fracasó la ruptura porque nadie siguió a quienes pretendían acabar a sangre y fuego –literal- con aquel vergonzoso franquismo.
¿Intocable aquel periodo? En absoluto. A trabajar para mejorarlo.
J.M.I.
Para ver la salida de aquel túnel, cientos, miles de políticos aportaron su grano de arena con mayor o menor generosidad o éxito. Son suficientemente conocidos los nombres de Juan Carlos I, de Suárez, de Carrillo, de González, de Fraga… Pero hubo otras figuras que desde un segundo plano realizaron un trabajo clave para dar cuerpo a la argamasa final: Gutiérrez Mellado, Tarancón, Fuentes Quintana o Fernández Ordóñez son los nombres que hemos seleccionado en esta breve y selectiva memoria, conscientes de la injusticia de no citar a otros muchos. Pero no olvidemos que finalmente fueron los millones de españoles quienes pusieron el esfuerzo, la ilusión y el trabajo para conseguir aquello que parecía un sueño: vivir en libertad. Duele aún más el desprecio de la izquierda extrema hacia aquel periodo cuando no valoran que cerca de 600 personas dieron su vida durante esos duros años por alcanzar la libertad.
Ninguno de estos apocalípticos profetas quiere entender que ni las urnas ni la calle acompañaron entonces a quienes apostaban por la revolución. Se impuso la reforma porque así la votaron los españoles, expresión libre del pueblo, y fracasó la ruptura porque nadie siguió a quienes pretendían acabar a sangre y fuego –literal- con aquel vergonzoso franquismo.
¿Intocable aquel periodo? En absoluto. A trabajar para mejorarlo.
J.M.I.