Aparte y por cima de los datos de los sentidos y de la conciencia, hay todo un mundo que jamás conocerá el hombre perfectamente; pero en cuyo seno, sin embargo, le es dado penetrar. La experiencia nos da a conocer cualidades, fenómenos y cambios de todos géneros, pero todo esto es contingente, variable y accidental, y tales conocimientos no pueden constituir una ciencia verdadera. ¿Y es posible que en la naturaleza no haya más que cualidades, movimientos, sin base y sin principio? La razón no puede admitirlo, porque la razón nos precisa a referir necesariamente estas cualidades un ser, o a lo que se llama una sustancia. La razón atribuye el movimiento a una causa, y en medio de todos los cambios y del flujo perpetuo de la naturaleza, descubre principios inmutables y necesarios.
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