Siempre he sido lo que podríamos llamar “una mujer normal”. Ir al colegio, ir a la universidad e ir al trabajo. Sonreír en el supermercado, en el banco y en el trabajo. Agachar la cabeza cuando me recortan el sueldo o sacan una nueva ley que oprime más aún a la clase obrera. Esa era yo, Samantha.
Hasta que lo conocí a él.
Samuel es un hombre que no está hecho para las leyes, ni para obedecer, ni para fingir. Es un hombre que se gana la vida como mecánico de su propio taller. Un hombre que cada semana repara la moto de “uno de ellos”. Un grupo de incomprendidos con cazadoras de cuero y motos Harley, que se ganan la vida evadiendo impuestos y haciendo dinero mediante solo-dios-sabe-qué.
Así que cuando meto mi diminuto coche en su taller, y me invita a cenar, acepto. Alto, apuesto, atlético y encantador a mis ojos, no podía decir que no. Un hombre desde luego mejor que todos los fracasos amorosos que me había encontrado hasta la fecha. Pero cuando me levanto al día siguiente en su cama, lo que veo en su silla es una cazadora de cuero con el mismo dibujo que la de “ellos”. Porque él, directamente, era “uno de ellos”.
Y yo me estaba convirtiendo en la chica de uno. En ese momento, como un cigarrillo que se consume, te das cuenta de que todo lo que la sociedad te ha enseñado, todas las normas y atadura que fundamentan y esclavizan tu vida, son papel de fumar. Así que fumé.
Advertencia: Una novela romántica con contenido explícito dirigido a una audiencia madura.
Hasta que lo conocí a él.
Samuel es un hombre que no está hecho para las leyes, ni para obedecer, ni para fingir. Es un hombre que se gana la vida como mecánico de su propio taller. Un hombre que cada semana repara la moto de “uno de ellos”. Un grupo de incomprendidos con cazadoras de cuero y motos Harley, que se ganan la vida evadiendo impuestos y haciendo dinero mediante solo-dios-sabe-qué.
Así que cuando meto mi diminuto coche en su taller, y me invita a cenar, acepto. Alto, apuesto, atlético y encantador a mis ojos, no podía decir que no. Un hombre desde luego mejor que todos los fracasos amorosos que me había encontrado hasta la fecha. Pero cuando me levanto al día siguiente en su cama, lo que veo en su silla es una cazadora de cuero con el mismo dibujo que la de “ellos”. Porque él, directamente, era “uno de ellos”.
Y yo me estaba convirtiendo en la chica de uno. En ese momento, como un cigarrillo que se consume, te das cuenta de que todo lo que la sociedad te ha enseñado, todas las normas y atadura que fundamentan y esclavizan tu vida, son papel de fumar. Así que fumé.
Advertencia: Una novela romántica con contenido explícito dirigido a una audiencia madura.