La palabra y los hechos son importantes, pero los gestos son la forma de expresión corporal más fidedigna para conocer a las personas, pues no dan lugar a errores de apreciación, siempre y cuando sepamos interpretarlos. Esencialmente todos sabemos evaluar algunos gestos reflejos, como las lágrimas, la sonrisa o los gritos, lo mismo que podemos saber lo que ocurre detrás de un grito de dolor, un rubor en la mejilla o un apretón de manos sincero. Pero todos estos gestos son, con frecuencia, manipulados por las personas y expresados por motivos muy diferentes a los que aparentemente son en realidad.
Personas hábiles que nos engañan con sus gestos hay muchas y de eso saben mucho los ladrones, los estafadores y otras gentes poco recomendables, pero también los emplean para manipularnos personas tan respetables como los políticos, los actores, los presentadores de televisión, los adivinos y los abogados, entre otros. Todo ser humano y frecuentemente los animales, emplean trucos con sus gestos para inducirnos a engaño, algunos tan sutilmente elaborados que solamente están al alcance de mentes privilegiadas, o maquiavélicas.
Cualquier acto jurídico es una muestra del arte del engaño (suele mentir el acusado y exagerar el acusador), lo mismo que lo es cuando un vendedor intenta que compremos lo inútil, o un político nos abraza durante un mitin por primera y última vez en su vida.
Personas hábiles que nos engañan con sus gestos hay muchas y de eso saben mucho los ladrones, los estafadores y otras gentes poco recomendables, pero también los emplean para manipularnos personas tan respetables como los políticos, los actores, los presentadores de televisión, los adivinos y los abogados, entre otros. Todo ser humano y frecuentemente los animales, emplean trucos con sus gestos para inducirnos a engaño, algunos tan sutilmente elaborados que solamente están al alcance de mentes privilegiadas, o maquiavélicas.
Cualquier acto jurídico es una muestra del arte del engaño (suele mentir el acusado y exagerar el acusador), lo mismo que lo es cuando un vendedor intenta que compremos lo inútil, o un político nos abraza durante un mitin por primera y última vez en su vida.