La primera latina y tan sólo la tercera mujer designada a la Corte Suprema de los Estados Unidos, Sonia Sotomayor se ha convertido en un icono americano contemporáneo. Ahora, con un candor e intimidad nunca antes asumidos por un juez en activo, Sonia nos narra el viaje de su vida —desde los proyectos del Bronx hasta la corte federal— en una inspiradora celebración de su extraordinaria determinación y del poder de creer en uno mismo.
Esta es la historia de una niñez precaria, con un padre alcohólico que moriría cuando ella tenía nueve años y una madre devota pero sobrecargada, y del refugio que una niña tomó de la confusión del hogar con su apasionada y enérgica abuela. Pero no fue hasta que le diagnosticaron diabetes juvenil que la precoz Sonia reconoció que, en última instancia, dependía de sí misma. Pronto aprendería a darse a sí misma las inyecciones de insulina necesarias para sobrevivir y a rápidamente forjar un camino hacia una vida mejor. Con personajes de televisión como modelo y poca idea sobre lo que en realidad implicaba, Sonia decidió ser abogada, un sueño que la sostendría en su improbable recorrido, desde su brillante paso por la escuela secundaria, la universidad de Princeton y la escuela de Derecho de Yale hasta la fiscalía de distrito del Condado de Nueva York, la práctica privada, y el nombramiento a la Corte Federal de Distrito, todo antes de llegar a los cuarenta años. A lo largo del camino vemos como Sonia fue formada por diversas experiencias (como su fallido matrimonio), mentores invaluables, y la versión moderna de familia que creó con amigos queridos y sus hijos. A través de sus aún asombrados ojos, las posibilidades infinitas de los Estados Unidos son vislumbradas nuevamente en este libro cálido y honesto, destinado a convertirse en un clásico de la autoformación y el autodescubrimiento.
Esta es la historia de una niñez precaria, con un padre alcohólico que moriría cuando ella tenía nueve años y una madre devota pero sobrecargada, y del refugio que una niña tomó de la confusión del hogar con su apasionada y enérgica abuela. Pero no fue hasta que le diagnosticaron diabetes juvenil que la precoz Sonia reconoció que, en última instancia, dependía de sí misma. Pronto aprendería a darse a sí misma las inyecciones de insulina necesarias para sobrevivir y a rápidamente forjar un camino hacia una vida mejor. Con personajes de televisión como modelo y poca idea sobre lo que en realidad implicaba, Sonia decidió ser abogada, un sueño que la sostendría en su improbable recorrido, desde su brillante paso por la escuela secundaria, la universidad de Princeton y la escuela de Derecho de Yale hasta la fiscalía de distrito del Condado de Nueva York, la práctica privada, y el nombramiento a la Corte Federal de Distrito, todo antes de llegar a los cuarenta años. A lo largo del camino vemos como Sonia fue formada por diversas experiencias (como su fallido matrimonio), mentores invaluables, y la versión moderna de familia que creó con amigos queridos y sus hijos. A través de sus aún asombrados ojos, las posibilidades infinitas de los Estados Unidos son vislumbradas nuevamente en este libro cálido y honesto, destinado a convertirse en un clásico de la autoformación y el autodescubrimiento.