En Mi suicidio, libro de una sinceridad profunda y decisiva, Henri Roorda desgrana las preguntas esenciales de la vida, del amor, la sociedad, el trabajo, el placer, mientras prepara su fin.
Henri Roorda no era un ser enfermo, desesperado o embargado por una pasión imposible. Había sido un dandi, un degustador de «los alimentos terrestres», un hombre sensual que gozaba con los placeres mundanos.
Este texto existencialista avant la lettre, sobrio, conciso, tan puro como la belleza que le ataba a la vida, nació con el título de “El pesimismo alegre”.
Sus escritos constituyeron un irónico compendio de la estupidez humana que, sin embargo, destilan un profundo sentido de la solidaridad. En noviembre de 1925 decidió poner fin a su vida. Mi suicidio es la justificación de este acto.
Henri Roorda no era un ser enfermo, desesperado o embargado por una pasión imposible. Había sido un dandi, un degustador de «los alimentos terrestres», un hombre sensual que gozaba con los placeres mundanos.
Este texto existencialista avant la lettre, sobrio, conciso, tan puro como la belleza que le ataba a la vida, nació con el título de “El pesimismo alegre”.
Sus escritos constituyeron un irónico compendio de la estupidez humana que, sin embargo, destilan un profundo sentido de la solidaridad. En noviembre de 1925 decidió poner fin a su vida. Mi suicidio es la justificación de este acto.