«Es un tormento no estar en condiciones de reproducir con fidelidad lo que con tanta belleza siente uno interiormente. Es una insatisfacción como la que sentiría un mudo que, al tratar de comunicar sus sentimientos a la mujer amada, solo fuese capaz de emitir un monstruoso mugido.» KONSTANTÍN STANISLAVSKI
Mi vida en el arte (1925), el libro de memorias de Konstantín Stanislavski, que aquí presentamos en español por primera vez traducido directamente del ruso, por Jorge Saura y Bibicharifa Jakimziánova, está orientado –en palabras de su autor– «a mis propias búsquedas creadoras y a la evolución de mi arte». Es, pues, una autobiografía anclada en la labor desarrollada, ya desde la infancia, por el famoso actor, director y pedagogo teatral.
En un camino que parte de la intuición y llega, tras largos desvelos, al «sistema» actoral aún hoy vigente, ilustra de un modo sumamente instructivo su trabajo consigo mismo y con los demás (autores, escenógrafos, pintores, otros directores y actores).
Nemiróvich-Dánchenko, Chéjov, Gorki, Isadora Duncan, Maeterlinck, Meyerhold y tantos otros pasan por estas páginas suscitando dudas constructivas y enseñanzas.
La lucha de Stanislavski por liberarse de tradiciones apolilladas («el cliché es el resultado de la impotencia artística») y por renovar la profesión y el mismo concepto de teatro constituye una aventura emocionante, rica en episodios e históricamente reveladora. El final de la aventura es precisamente una máxima que ha hecho historia: «El único soberano de la escena es el actor con talento».
Konstantín Serguéievich Alekséiev (Stanislavski desde 1884) (1863-1938), hijo de un industrial moscovita, fue un enamorado del teatro desde niño. Las funciones caseras y luego en círculos de aficionados fueron sus inicios como actor; algunas de las compañías que frecuentaba eran tan poco recomendables que en 1884 adoptó el pseudónimo de Stanislavski para que no le reconocieran… inútilmente, pues enseguida sus padres lo sorprendieron en un teatro interpretando un vodevil francés. Su padre le aconsejó entonces que, si quería ser actor, no lo hiciera «con cualquier gente en cualquier porquería».
En 1888 fundó la Sociedad Moscovita de Arte y Literatura, donde empezó su carrera profesional como actor y director de escena, y en 1898 el Teatro del Arte de Moscú, una compañía que cosecharía grandes éxitos gracias al minucioso realismo –innovador en la época– de sus producciones.
Stanislavski estrenó todas las obras de Chéjov y gran parte de las de Gorki, Ibsen y Maeterlinck. En 1920 la gira de la compañía por Estados Unidos dio prestigio internacional a su trabajo. Fue a iniciativa precisamente de un editor norteamericano como escribió en 1926 sus memorias, Mi vida en el arte. Es autor de El trabajo del actor sobre sí mismo en el proceso creador de la vivencia y El trabajo del actor sobre sí mismo en el proceso creador de la encarnación, que compendian su sistema de entrenamiento actoral, el famoso «método Stanislavski».