JOSÉ VICENTE PASCUAL
Para entender un poco el fenómeno, y para acercarnos a la figura de Houellebecq, el escritor y periodista Fabianni Belemuski ha publicado en Niram Art sus Diálogos con Michel Houellebecq,[1] una transcripción supongo que aproximadamente literal de varias conversaciones con el autor, así como de un encuentro mantenido en la universidad Complutense (2011), entre el mismo y lectores y estudiosos de su obra. Entre las consideraciones que Belemuski va exponiendo a lo largo de esta sabrosa conversación, hay algunas ciertamente reveladoras, instructivas sobre el sentido de la obra y la “posición” de Houellebecq respecto al arte narrativo:
“El hombre es un animal condicionado socialmente, no sólo un animal social. La renuncia del escritor al mundo, para poder describirlo, le produce una extrema soledad porque decide instalarse en un ‘no lugar’ desde el que pretende ver a la gente inmersa en sus lugares […]. Habita un ‘no lugar’ donde la libertad se hace pesada […]. El que cuenta, el que entiende a los demás, no es entendido por nadie. Ese es el ‘drama’ del oficio de escritor”.
La descripción se ajusta extraordinariamente a lo que sucede con Houellebecq: casi nadie comprende al autor, aunque todo el mundo entiende el sentido (algunos no tanto el significado) de sus novelas. La imagen pública y la figura literaria de Houellebecq resultan desconcertantes porque no se sitúa en un plano de autoridad y superioridad moral; no habla desde arriba para que los de abajo lo comprendan y reflexionen sobre su apuesta ética; no es uno de esos autores inflados de principios que siempre tienen mucho y muy interesante que decir fuera del contexto literario, como si lo verdaderamente valioso en ellos no fuese lo que escriben, sino “por qué y para qué escriben”, algo que sólo se explicará en su completa luminosidad mediante sesudas entrevistas posteriores a la obra de ficción.
Para entender un poco el fenómeno, y para acercarnos a la figura de Houellebecq, el escritor y periodista Fabianni Belemuski ha publicado en Niram Art sus Diálogos con Michel Houellebecq,[1] una transcripción supongo que aproximadamente literal de varias conversaciones con el autor, así como de un encuentro mantenido en la universidad Complutense (2011), entre el mismo y lectores y estudiosos de su obra. Entre las consideraciones que Belemuski va exponiendo a lo largo de esta sabrosa conversación, hay algunas ciertamente reveladoras, instructivas sobre el sentido de la obra y la “posición” de Houellebecq respecto al arte narrativo:
“El hombre es un animal condicionado socialmente, no sólo un animal social. La renuncia del escritor al mundo, para poder describirlo, le produce una extrema soledad porque decide instalarse en un ‘no lugar’ desde el que pretende ver a la gente inmersa en sus lugares […]. Habita un ‘no lugar’ donde la libertad se hace pesada […]. El que cuenta, el que entiende a los demás, no es entendido por nadie. Ese es el ‘drama’ del oficio de escritor”.
La descripción se ajusta extraordinariamente a lo que sucede con Houellebecq: casi nadie comprende al autor, aunque todo el mundo entiende el sentido (algunos no tanto el significado) de sus novelas. La imagen pública y la figura literaria de Houellebecq resultan desconcertantes porque no se sitúa en un plano de autoridad y superioridad moral; no habla desde arriba para que los de abajo lo comprendan y reflexionen sobre su apuesta ética; no es uno de esos autores inflados de principios que siempre tienen mucho y muy interesante que decir fuera del contexto literario, como si lo verdaderamente valioso en ellos no fuese lo que escriben, sino “por qué y para qué escriben”, algo que sólo se explicará en su completa luminosidad mediante sesudas entrevistas posteriores a la obra de ficción.