Tesis Doctoral leida el 11 de Marzo de 1995 en la Universidad Complutense de Madrid en el Departamento de Lógica y Filosofía de la Ciencia.
Tras cerca de cincuenta años de investigación y desarrollo de proyectos de Inteligencia Artificial se he tenido que reconocer que la metáfora computacional, como modelo explicativo de la mente que describía la inteligencia como la capacidad de procesar información, no ha demostrado la eficacia práctica que su formulación teórica contenía. Efectivamente, el modelo computacional que igualaba mente y máquina y que proyectó toda una nueva tecnología, la Inteligencia Artificial, resultó una descripción demasiado simplificadora de la mente humana, de sus procesos y de sus productos. Aunque desde el punto de vista técnico-informático la cantidad de avances que se han producido en este relativamente breve período ha supuesto una revolución social, la comprensión de la inteligencia humana no ha progresado en absoluto al mismo ritmo.
En la actualidad, la revisión de este modelo ha conllevado una inversión en la dirección del estudio. Iniciado en los años cuarenta y compitiendo en origen con los modelos de procesamiento de la información, los modelos de redes neurales distribuidas y de procesamiento en paralelo se han convertido en la herramienta de implementación de sistemas de Inteligencia Artificial. De esta manera, el cerebro está siendo utilizado como objeto de estudio a simular desde las máquinas. Sin embargo, este cambio de actitud técnico no se ha producido a la vez en los modelos teóricos sino recientemente. De tal manera, se han estado manejando recursos técnicos que funcionaban para solucionar determinados problemas, pero no se ha establecido todavía un modelo global que responda de la idea de inteligencia. Sin embargo, desde la neurociencia se ha exportado a toda la ciencia cognitiva un concepto que parece poder agrupar la estructura cerebral y la función psicológica y, en consecuencia, parece ofrecer una comprensión mayor de distintos problemas tradicionales que han ocupado durante siglos a distintas disciplinas: el problema mente-cuerpo, el problema de la conciencia, el problema de la identidad personal, el paso de la información al significado, la producción de vida artificial, la mejora de los prototipos de robots, en fin, la propia idea de inteligencia. Este concepto es el de narración.
Tras cerca de cincuenta años de investigación y desarrollo de proyectos de Inteligencia Artificial se he tenido que reconocer que la metáfora computacional, como modelo explicativo de la mente que describía la inteligencia como la capacidad de procesar información, no ha demostrado la eficacia práctica que su formulación teórica contenía. Efectivamente, el modelo computacional que igualaba mente y máquina y que proyectó toda una nueva tecnología, la Inteligencia Artificial, resultó una descripción demasiado simplificadora de la mente humana, de sus procesos y de sus productos. Aunque desde el punto de vista técnico-informático la cantidad de avances que se han producido en este relativamente breve período ha supuesto una revolución social, la comprensión de la inteligencia humana no ha progresado en absoluto al mismo ritmo.
En la actualidad, la revisión de este modelo ha conllevado una inversión en la dirección del estudio. Iniciado en los años cuarenta y compitiendo en origen con los modelos de procesamiento de la información, los modelos de redes neurales distribuidas y de procesamiento en paralelo se han convertido en la herramienta de implementación de sistemas de Inteligencia Artificial. De esta manera, el cerebro está siendo utilizado como objeto de estudio a simular desde las máquinas. Sin embargo, este cambio de actitud técnico no se ha producido a la vez en los modelos teóricos sino recientemente. De tal manera, se han estado manejando recursos técnicos que funcionaban para solucionar determinados problemas, pero no se ha establecido todavía un modelo global que responda de la idea de inteligencia. Sin embargo, desde la neurociencia se ha exportado a toda la ciencia cognitiva un concepto que parece poder agrupar la estructura cerebral y la función psicológica y, en consecuencia, parece ofrecer una comprensión mayor de distintos problemas tradicionales que han ocupado durante siglos a distintas disciplinas: el problema mente-cuerpo, el problema de la conciencia, el problema de la identidad personal, el paso de la información al significado, la producción de vida artificial, la mejora de los prototipos de robots, en fin, la propia idea de inteligencia. Este concepto es el de narración.