El fantasma de una nueva religión recorre el siglo XXI, y esa nueva religión es la ecología. Cada vez más personas se entregan en cuerpo y alma a una vida verde: no comen animales ni derivados, fabrican su propio compost, miden sus emisiones de carbono con el cuidado que otros ponen en tomarse la presión. Pero esa militancia ¿es una convicción o una impostura? ¿Es lo verde completamente verde? ¿Qué dice la letra chica de los champús que se promocionan como libres de parabenos o de los alimentos que se presentan como naturales? ¿Quién puede comer orgánico y controlar sus emisiones de carbono si cobra el salario mínimo o tiene que viajar tres horas por día para ganarse el pan?
Gabriela Saidon recorrió ferias orgánicas y restaurantes vegetarianos; vio películas en las que las masacres animales le impidieron volver a matar a una araña con desenvoltura; participó de escraches ecológicos; convivió durante meses con conceptos tan inquietantes como “persona no humana”; intentó cultivar –con resultados catastróficos para el techo de su casa– una huerta propia y habló con decenas de personas comprometidas con la causa ecológica para encontrar respuesta a esas preguntas. ¿Cuán verde es el valle de los verdes?