En un futuro cercano y decadente, a un estafador buscado por la ley, se le han cerrado todos los rincones del planeta donde poder ocultarse. Para huir de las autoridades decide sumarse a una compañía de exploración minera que busca agua exógena en la luna. Más tarde comprende que cualquier cárcel de la Tierra hubiera sido preferible antes que ingresar a esa siniestra empresa. En un pasaje de la novela el protagonista nos dice…
“En el sudor de estos túneles se estremecen y agitan todas las miserias que las almas de los hombres pueden albergar. Aquí en la luna no hay ley ni razón y lo más angustiante es que allá en la Tierra creemos que el infierno se encuentra enterrado bajo nuestros pies. Que son a las entrañas del planeta a las que debemos temer. Que las llamas, los gemidos y las penas son allá abajo donde nos aguardan. ¡Ingenuos! ¡Es arriba hacia donde debemos mirar! El infierno no se encuentra bajo las suelas de nuestras botas sino colgado sobre nuestras cabezas. Escondido en las venas del satélite blanco que vigila nuestros movimientos desde el borde mismo de la noche”
“En el sudor de estos túneles se estremecen y agitan todas las miserias que las almas de los hombres pueden albergar. Aquí en la luna no hay ley ni razón y lo más angustiante es que allá en la Tierra creemos que el infierno se encuentra enterrado bajo nuestros pies. Que son a las entrañas del planeta a las que debemos temer. Que las llamas, los gemidos y las penas son allá abajo donde nos aguardan. ¡Ingenuos! ¡Es arriba hacia donde debemos mirar! El infierno no se encuentra bajo las suelas de nuestras botas sino colgado sobre nuestras cabezas. Escondido en las venas del satélite blanco que vigila nuestros movimientos desde el borde mismo de la noche”