La insularidad de lo humano es un imposible desde casi cualquier perspectiva ideológica en el campo de las humanidades. El aislamiento, la transformación en isla, cuando aparece en los campos de la historia y de la representación de la historia -por ejemplo, en la novela- implica consecuencias en el tiempo y el espacio, así como en la forma de ambos. En esta perspectiva, la autora sustenta que la novela histórica latinoamericana de las últimas décadas está definida por su mirada antihistórica de la región. Los autores analizados por Carolyn Wolfenzon (Antonio di Benedetto, Reinaldo Arenas, Carmen Boullosa, Enrique Rosas Paravicino y Abel Posse) se valen del espacio imaginado de la isla, el lugar antihistórico por excelencia, para situar allí sus ficciones. Sin embargo, dan un giro brusco y más que escéptico sobre el otro elemento clave del topos isleño, tanto en la novela moderna como en la premoderna: descreen de la utopía y, con frecuencia, ironizan sobre la idea misma del progreso.
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