He pasado muchos días, meses, intentando sacar color a mi memoria.
Pinceladas extraídas de colores fríos, neutros. Virtudes arrancadas de los muchos defectos que forman al ser humano.
Por el momento estoy bastante satisfecha, como aireada por poner los pensamientos en el aire y la actualidad entre mis manos para reorganizar, dentro de mis posibilidades, todo un cúmulo de momentos y anécdotas que han pasado por mi lado y he podido agrupar en unas cuartillas desde hace ya unos cuantos años.
Cuando se deja de lado la posible timidez por poner tus recuerdos en el aire, se realizan los deseos más ocultos; florecen como por arte de magia, todo un ramillete de ideas y proyectos listos para ti y dispuestos por cada recodo y acompañando la brisa.
No son malos los recuerdos que recuerdo. Ni tan tristes las tristezas.
Humanos somos para revolcarnos en nuestro propio desamparo y recoger con agradecimiento las flores que produzca.
Mi memoria está llena de todos los colores imaginables, pero en el instante de darle rienda suelta y describir con detalle cada momento, me disperso y casi mejor me acomodo con un libro entre las manos; con las agujas de punto o con las tareas de la casa.
Poner en orden las ideas, cuesta mucho, y ordenar los recuerdos bastante más.
No hace muchos días le dije a mi espíritu “te quiero”. Le abracé con fuerza y le prometí más armonía de aquí en adelante; poner mi amor por mí, por encima de todo y mimarlo y respetarlo por los siglos de los siglos...
He pasado demasiado tiempo alejada de él, casi con el alma en pena, pero ahora le prometí amor eterno. Luz y pinceladas luminosas llenas de todos los colores posibles. Pintar el camino de la memoria de colores fuertes para no perderme y caminar segura de saber, que no me dejo nada detrás.
Y el espíritu siempre mudo y detrás mi sombra, me contestó por fin saliendo de la oscuridad ¡Ya era hora que despertases!
Se sentó a mi lado y empezamos a hablar de nuestras cosas.
Remedios Cabello Pérez
Pinceladas extraídas de colores fríos, neutros. Virtudes arrancadas de los muchos defectos que forman al ser humano.
Por el momento estoy bastante satisfecha, como aireada por poner los pensamientos en el aire y la actualidad entre mis manos para reorganizar, dentro de mis posibilidades, todo un cúmulo de momentos y anécdotas que han pasado por mi lado y he podido agrupar en unas cuartillas desde hace ya unos cuantos años.
Cuando se deja de lado la posible timidez por poner tus recuerdos en el aire, se realizan los deseos más ocultos; florecen como por arte de magia, todo un ramillete de ideas y proyectos listos para ti y dispuestos por cada recodo y acompañando la brisa.
No son malos los recuerdos que recuerdo. Ni tan tristes las tristezas.
Humanos somos para revolcarnos en nuestro propio desamparo y recoger con agradecimiento las flores que produzca.
Mi memoria está llena de todos los colores imaginables, pero en el instante de darle rienda suelta y describir con detalle cada momento, me disperso y casi mejor me acomodo con un libro entre las manos; con las agujas de punto o con las tareas de la casa.
Poner en orden las ideas, cuesta mucho, y ordenar los recuerdos bastante más.
No hace muchos días le dije a mi espíritu “te quiero”. Le abracé con fuerza y le prometí más armonía de aquí en adelante; poner mi amor por mí, por encima de todo y mimarlo y respetarlo por los siglos de los siglos...
He pasado demasiado tiempo alejada de él, casi con el alma en pena, pero ahora le prometí amor eterno. Luz y pinceladas luminosas llenas de todos los colores posibles. Pintar el camino de la memoria de colores fuertes para no perderme y caminar segura de saber, que no me dejo nada detrás.
Y el espíritu siempre mudo y detrás mi sombra, me contestó por fin saliendo de la oscuridad ¡Ya era hora que despertases!
Se sentó a mi lado y empezamos a hablar de nuestras cosas.
Remedios Cabello Pérez